El divorcio de los dueños del monte y la industria lastra el futuro del sector

La Voz

FERROL

Los ingenieros dicen que con silvicultura adecuada se sacaría madera equivalente a la nórdica

25 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Madera talada en Finlandia y colocada en el puerto de Ferrol es más barata que la de la misma especie cortada en montes de la comarca. Además, explica un importador, el pino del Báltico tarda hasta 70 años en llegar a su tamaño comercial, mientras que el pino gallego en poco más de 30 años adquiere un calibre suficiente. El presidente de la federación gallega de aserraderos (Fearmaga), Carlos Ucha, habla también de la falta de calidad de la madera que se produce en Galicia «al no estar generalizadas las mejores prácticas silvícolas». Fearmaga se queja también del minifundismo del monte gallego: un 68% de las propiedades forestales de Galicia tienen una superficie igual o menor a dos hectáreas. Cuando se habla del divorcio existente entre la industria de aserrado y el monte la referencia habitual es el pino, el pino del país. Por ello, la dirección xeral de Montes y la Asociación Forestal de Galicia (AFG) han suscrito un convenio para doblar el número de cursos y conferencias que se venían celebrando para formar a los propietarios en sencillas técnicas de silvicultura. Enrique García, ingeniero de montes de la AFG y que está destinado en la oficina de As Pontes confirma esta dejadez en el cuidado de los bosques. «Llevo quince años trabajando con en bosques de A Capela, Monfero y As Pontes y observo esta situación: hacemos madera de muy mala calidad, la tabla de pino sólo sirve para encofrados o palés», subraya. El viejo Icona Este ingeniero leonés afincado en Ferrol piensa que una de las causas del desinterés son las reforestaciones forzadas, incluso con la Guardia Civil por delante, realizadas por el extinto Icona en los años 60. Aquella política propia de la dictadura de entonces marcó un antes y un después. Los propietarios o comuneros perdieron interés y dieron la espalda a aquellos montes próximos a sus casas. Que el Icona se ocupe de todo y si arde el monte también, era la conclusión. Manolo Pazos, otro ingeniero, considera que no basta con formar a los propietarios en las nuevas técnicas silvícolas. Porque, al menos para comenzar, hay que tener en cuenta que se invierte ahora en una plantación adecuada pero no se conseguirán los beneficios hasta dentro de veinte años. «Es necesaria la intervención de la Administración, con su apoyo», dice echando mano de su experiencia a pie de monte. Gruesos y robustos García y Pazos señalan que son tres normas básicas: podas a partir de los ocho años, raleos y elección adecuada de la especie de pino. A García le sorprende lo difícil que es hacer entender al dueño de un monte que debe cortar parte de los árboles (el raleo) a medio crecimiento para que los que quedan sigan más gruesos y robustos. ¿Y así se consigue una madera parecida a la nórdica?, les pregunto. «Pues claro», responden al unísono. Una poda adecuada, la subespecie de pino mejor y el clima de la zona producen fustes de tronco del mismo largo y rectitud que el pino nórdico, y en la mitad de tiempo. «Pero el problema es que lo que decimos ahora se cumplirá dentro de veinte años, no es una cosecha del año próximo, de ahí la dificultad de convencer a la gente», concluye Pazos.