«Mis abuelos no saben a qué me dedico»

EXTRAVOZ RED

MARCOS MÍGUEZ

Brais Moure dejó todo atrás, incluso un puesto fijo en una importante empresa, para dedicarse a su pasión, el mundo de las aplicaciones, una industria a la que dedica todo su tiempo desde hace un año y medio. No le va mal. Desde que comenzó su aventura ya ha conseguido realizar algunos títulos que pueblan numerosos smartphones, entre ellos «Speedy Whales». ?

26 jun 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

El mundo de los videojuegos ha ido creciendo al mismo ritmo que una generación entera. Son esos que durante su niñez disfrutaban con Mario Bross y Pokemon. Los que durante su adolescencia vieron aterrizar el cuidado por los detalles gráficos, y los que durante los últimos años han visto como este sector se transforma por completo para dar paso a un mundo de infinitas posibilidades en el que las aplicaciones para móvil más básicas compiten de tú a tú con las grandes producciones. Brais Moure es uno de ellos. Este monfortino afincado en A Coruña, disfrutaba en su niñez de las típicas recreativas, una pasión que con el tiempo ha sabido convertir en su profesión. «De pequeño nunca se me pasó por la cabeza dedicarme a crear videojuegos porque simplemente me parecía algo inviable. En España no había desarrolladores independientes y en aquel momento los que se dedicaban a este mundo eran personas muy inteligentes, gente que considerábamos fuera de serie», asegura este joven gallego al que el tiempo fue enseñando que su lugar era precisamente ese que antaño consideraba tan lejano, el del desarrollo de juegos y aplicaciones.

Brais Moure vio claro cuál era su sueño y decidió lanzarse. Y lo hizo arriesgando. Dejó atrás su puesto en una importante multinacional gallega y comenzó a luchar por su pasión.  La jugada le ha salido bastante bien. Después de más de un año como autónomo, Moure cuenta con un buen puñado de aplicaciones a sus espaldas y la confianza de dos startups que apuestan por su talento.

A pesar de que se siente realmente a gusto trabajando en el mundillo de las startups, y de que este es uno de los sectores que más seguridad le pueden dar, Moure también apuesta por otras actividades más creativas. Quizás por ello una de las enseñas de las que más orgulloso está este monfortino es de Speedy Whales, un peculiar guiño al archiconocido Flappy Bird que fue retirado de las tiendas de Google y Apple después de que su propietario decidiera eliminar cualquier rastro de su fulgurante éxito. Speedy Whales es algo más complejo que el pájaro volador que intentaba esquivar tuberías. La creación de Moure, que protagoniza una simpática ballena, se basa en ir esquivando a otros animales de su clase y hacerse con un buen puñado de monedas. «Esta es una de las aplicaciones a la que le puse más cariño. Las otras que tengo en el mercado -unas diez o doce- no son tan visuales como Speedy Whales, en la que me impliqué del todo. El diseño, que no es precisamente mi fuerte, es todo hecho por mí y lo cierto es que con el tiempo me he dado cuenta de que disfruté mucho del proceso», explica Moure que cree que el éxito de este tipo de productos reside en cómo se relacionan las personas con ellos: «Buscas tener un ratillo para desconectar y echas mano de cualquiera de estas aplicaciones; pero nunca puedes pretender que los usuarios la utilicen para estar ahí todo el día enganchado».

Un traductor wookie

No es el único título con éxito del que puede presumir Moure. En su particular carpeta también cuenta con otros trabajos que seguramente suenen a muchos. Tiny Pirates, un título que recuerda en muchas cosas a los exitosos Angry Birds; o un curioso traductor al lenguaje wookiee de Star Wars -ese sonido que caracteriza a Chewbacca, el peludo amigo de Han Solo- son solo algunas de ellas. «El traductor wookie me llevó hacerla solamente dos días y creo que ya lleva unas 30.000 descargas», reconoce.

Después de lanzarse a la piscina y dedicarse a tiempo completo a la creación de aplicaciones, Moure admite que el mundo en el que él compite no está exento de dificultades. «Si te sale bien la jugada, como le pasó al creador de Flappy Birds o a otros tantos desarrolladores, es fácil ganar mucho dinero, porque tu mercado es prácticamente todo el mundo y tu público objetivo es enorme. Pero también hay que tener en cuenta que esta industria es muy competitiva y está muy saturada; para hacer una aplicación que funcione hay que tener muchos recursos para que se de a conocer y que se descargue», asegura este gallego que aporta un dato para entender esta industria mejor: «Según las cifras que manejan los responsables de las tiendas de aplicaciones, solo un 15 % de los desarrolladores ganan 100 euros al año».

Y a pesar de este panorama, este gallego anima a todos los que compartan su pasión a seguir adelante y a apostar por su talento. Eso sí, teniendo en cuenta que cada día se crean miles de aplicaciones y que en este sector los resultados no se consiguen en poco tiempo. «Probar muchísimo y darse muchos palos», es la fórmula que maneja Moure para subsistir.

Cuenta con apoyo

El rumbo que decidió tomar en su carrera laboral no dejó muy tranquila a su familia. Al menos al principio. Ahora que su apuesta comienza a dar los primeros frutos, en su casa comienzan a entender un poco mejor las cosas. Eso sí, Moure añade que, a pesar de la sorpresa inicial, el apoyo de su familia ha sido constante en todo momento. «Cuando se lo dije a mi madre y a mis abuelos, que al fin y al cabo podemos decir que son gente clásica, me miraron raro porque no sabían exactamente a qué me iba a dedicar. Les dije que dejaba mi trabajo y mi sueldo fijos para irme a mi casa a trabajar delante de un ordenador. Se quedaron un poco preocupados». El tiempo ha ido dándole la razón, pero hay cosas que es difícil cambiar: «Mis abuelos, a día de hoy, siguen sin saber muy bien a qué me dedico, pero a pesar de eso me siguen apoyando ciegamente».