Cien años de Sinatra

EXTRA VOZ

Hace cien años nació una estrella cuyo fulgor se mantiene pese a haber desaparecido. Nadie cantó como él. lo tuvo todo y lo aprovechó a tope. una parte importante de la banda sonora del siglo XX es suya

06 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

E l próximo día 12 se cumplirán cien años justos del nacimiento de uno de los personajes más populares, singulares, relevantes y referenciales del siglo XX: Francis Albert Sinatra, el hijo de unos emigrantes italianos que atravesaría por el mundo hipnotizando con su voz a varias generaciones, amando a las mujeres más bellas y deseadas de su tiempo, relacionándose con algunos de los políticos más poderosos del siglo y convirtiéndose en un mito cuya voz ha quedado para la historia como La Voz.

Pocas vidas habrán sido tan intensas como la de este neoyorquino que dejó para siempre frases como: «Viviré hasta que me muera», una declaración de intenciones que va mucho más allá de lo obvio. El pequeño Frankie, ya vino al mundo haciendo ruido. Su parto fue problemático, casi acaba con su madre y a él lo dejó con un tímpano perforado. Fue pandillero y pronto dejó de ir al colegio para tener sus primeros encontronazos con la policía pero también para empezar a cantar y darse cuenta del poder que le salía de la garganta. Cuentan sus biógrafos que un día asistió a un concierto de Bing Crosby y allí decidió cómo iba a ser el resto de su vida. Claro que el joven Frank no tenía tanta voz como para convertirse en un cantante de orquesta, carencia que compensó dominando el micrófono y ampliando su voz por encima del sonido de la banda. Pero a Sinatra no le hacía falta mucha voz. Su secreto residía en su capacidad dramática. Era un cantante y era un actor que convertía canciones en historias. Esa forma de interpretar enamoró al mundo.

I?ll never smile again fue, en 1940, su primer número uno. Dos años después, el mundo empezó a ver un fenómeno sin precedentes, cuando las jovencitas caían desmayadas de pura histeria al paso del cantante que ya ganaba un millón de dólares al año. Subió como la leche hirviendo. Fueron años dorados, casado con su novia de siempre, Nancy Barbato e iniciando una exitosa carrera en Hollywood. Pero de Sinatra se ha dicho con frecuencia que fue muy fiel a sus amigos y muy infiel a sus mujeres. Sus escarceos amorosos fueron cada vez más sonados, hasta que Nancy le abandonó cuando fue palmario que el cantante había perdido la cabeza por Ava Gardner. Perdió algo más que la cabeza. También la voz. En ese punto es cuando le alcanza la historia de El padrino. Sinatra, convertido aquí en Johnny Fontane, le pide a su padrino que le ayude a conseguir un papel que un productor de Hollywood se niega a concederle. 

Con cabeza de caballo o sin ella (se dice que el cantante de My way tuvo un encuentro con Mario Puzo cuando se enteró del contenido de su novela y que lo que hoy conocemos es una versión edulcorada de la verdad), Sinatra consiguió el papel y un óscar por De aquí a la eternidad, una película que relanzaría para siempre su carrera que prolongaría ya hasta prácticamente el fin de sus días. Por el medio dejó grabadas más de 1.300 canciones y medio centenar de películas que le convirtieron en la  leyenda que es. Y un reguero de mujeres ?con las que se casó y con las que no? que van desde Marilyn Monroe a Mia Farrow, Jackie Kennedy o Lauren Bacall. Aunque probablemente, la pareja con la que más se asocia a Sinatra es Ava Gardner, con quien acabó casándose después de que el animal más bello del mundo decidiera vivir en España la vida loca. Sería por las cornadas que recibía en nuestro país o por la atorrante presencia de Franco, lo cierto es que a Sinatra no le gustaba España, donde viajó varias veces, a rodar o simplemente detrás de Ava. Se cuenta que en una de sus estancias, Sinatra escribía de todos los remites de las cartas que enviaba: «Franco is an asshole», que puede traducirse benévolamente por «Franco es un estúpido». 

Juergas legendarias

La presencia de Sinatra en la vida pública de los Estados Unidos es enorme. Se codeó con todos los presidentes, de Kennedy a Reagan y con la mayoría hizo buenas migas. Paralelamente mantuvo relaciones con algunos de los capos mafiosos más relevantes de su época y, por supuesto se convirtió en el jefe de una de las generaciones más golfas de Hollywood, los amigos de Bogart que su mujer, Lauren Bacall, bautizó como el rat pack (pandilla de ratas) y que incluían a Dean Martin, Sammy Davies Jr., Peter Lawford y compañía. Sus juergas fueron legendarias y le dieron una nueva vuelta al mito de Hollywood Babilonia, a la vez que ponían en el mapa mundial la ciudad de Las Vegas.

Pero, por encima de todo, Frank Sinatra dejó para la historia una montaña de canciones que han formado parte destacada del siglo XX. «Fue el Mozart de la música popular», dijo de él Pavarotti. Su voz cálida, envolvente, hipnótica está tatuada en la educación sentimental de millones de personas y sus grabaciones se reeditan una y otra vez, siempre con éxito. Sobrevivió a la revolución que supuso el advenimiento de los Beatles y la evolución posterior de la música popular: «La música rock la hacen deficientes que cantan letras maliciosas, lascivas. Es la forma de expresión más brutal, nauseabunda, desesperada y viciosa que he tenido la desgracia de escuchar», dijo una vez. Tenía malas pulgas Sinatra. Era un tipo ciclotímico capaz de engatusar a cualquiera por la mañana para humillarlo por la tarde.

Su legado, dicen los críticos, es irregular, producto de las fases que atravesó el artista, pero también de su método. Sinatra era intuitivo, no gustaba de repetir las tomas. Grababa una vez y punto. Interpretaba. Cantaba una historia y la llenaba de matices una y otra vez con un talento único. En los próximos días volveremos a escuchar sus canciones y se oirá hablar mucho del hombre que lo tuvo todo y que sin duda supo disfrutarlo. ¿Saben que es lo que hay escrito en su tumba?: «Lo mejor está por venir».