El Gobierno se afana para cuadrar «in extremis» el círculo de la reforma fiscal

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, durante el pleno del Congreso
La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, durante el pleno del Congreso Fernando Sánchez | EUROPA PRESS

Los socialistas no se dan por vencidos aunque su pacto con Sumar sobre el impuesto a las energéticas choca con Junts y PNV

13 nov 2024 . Actualizado a las 20:38 h.

«Y vicepresidenta, se lo digo honestamente, es el momento de duplicar el impuesto a las energéticas porque son las que más contaminan, están haciendo beneficios multimillonarios contribuyendo a la emergencia climática que provoca danas catastróficas como la que hemos visto en la Comunidad Valenciana y no se pueden ir de rositas», advirtió este miércoles en el pleno del Congreso la portavoz de Podemos, Ione Belarra, a la número dos del Gobierno, María Jesús Montero. Apenas quedaban 24 horas para la reunión de la Comisión de Hacienda pospuesta el lunes hasta este jueves ante la falta de acuerdo para votar una reforma fiscal crucial para el Ejecutivo. Y la advertencia sirvió para evidenciar lo difícil del asunto.

Junts, el aliado parlamentario más temido por el Gobierno por su impredictibilidad, y el PNV lograron a finales del mes pasado en sendas negociaciones que, por un lado, los socialistas renunciaran a hacer permanente el impuesto a las empresas energéticas y, por otro, la tasa a la banca, el otro gravamen extraordinario aprobado durante la crisis inflacionaria por la guerra de Ucrania, se mantuviera por un máximo de tres años y se transformara en tributo concertado (y en su caso bonificado) con las diputaciones forales. El problema es que esas cesiones no gustaron nada a los socios de la izquierda.

Sumar asumió el lunes la renuncia al impuesto a las energéticas a cambio de un paquete que, entre otras cosas, implica introducir un IVA del 21% a los pisos turísticos y un impuesto a yates y aviones privados; suprimir el régimen de exención fiscal de las sociedades de inversión inmobiliaria (Socimi) o pasar a gravar la primas de los seguros sanitarios privados. Pero el canje no tiene la aprobación de ERC, EH-Bildu y, como quedó claro con la intervención de Belarra, Podemos.

Pesimismo en ERC, Bildu y Podemos

Fuentes de estos tres partidos insistían este miércoles en que no claudicarían con el impuesto a las energéticas y se mostraban pesimistas sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. Al mismo tiempo, Foment del Treball, la patronal catalana, hacía un llamamiento a Junts y el PNV  -«fuerzas políticas que defienden la economía productiva»- para que hagan caer el pacto con Sumar. Y el portavoz de los nacionalistas vascos, Aitor Esteban, que ya la víspera había cargado contra la medida que afecta a los seguros de salud y había denunciado que se pretenda reabrir una negociación cerrada, advertía de que, llegados a este punto, lo más sensato sería limitarse a votar la trasposición de la directiva para implantar el impuesto mínimo global del 15% para las multinacionales. Esa iniciativa, de la que el Ejecutivo ha intentado colgar el resto de medidas, es prioritaria porque la Comisión ya ha denunciado a España ante los tribunales europeos por no haberla aprobado todavía. Pero, aunque se esté negociando con Bruselas para que sea más flexible, el tiempo también apremia para poder solicitar antes de fin de año el quinto pago de los fondos Next Generation, unos 7.000 millones de euros ligados, precisamente, a una reforma fiscal para enjugar el déficit estructural.

Antesala de los Presupuestos

La reforma es, además, vista por el Gobierno como la antesala de la negociación de la senda de estabilidad presupuestaria y de los Presupuestos Generales del Estado para el 2025, cuya aprobación, según volvió a defender este miércoles Montero, se ha hecho aún más necesaria para poder canalizar las medidas relacionadas con la reconstrucción y relanzamiento económico de las zonas afectadas por la dana más destructiva de cuantas han azotado al país hasta la fecha. Podemos, que compite con Junts por el galardón de aliado más conflictivo -especialmente, desde que el declive de Sumar empezó a hacerse evidente- da señales de rigidez que preocupan al Ejecutivo. Su lema-advertencia es «ya no vale el malmenorismo», el argumento de que si no se apoya al PSOE vendrá la derecha, porque es justamente en la derecha (PNV y Junts) en quien se está apoyando el Gobierno. «No es el momento de intentar conseguir por la puerta de atrás unos votos para los Presupuestos Generales del Estado», insistió Belarra vinculando el pacto fiscal alcanzado con los posconvergentes a la negociación de las Cuentas. El Gobierno se resiste a dar nada por perdido e intentará negociar hasta el último momento. Este miércoles, de hecho, fuentes de Hacienda descartaban limitarse este jueves a votar el impuesto global a las multinacionales.