La limpieza de calles y bajos continúa en las calles de Sedavía, Alfafar o el barrio de La Torre, en Valencia
11 nov 2024 . Actualizado a las 08:11 h.Una estantería con varios fascículos de la enciclopedia Mundo Submarino, de Jacques Cousteau, divide una calle de Sedaví. Paco sale del portal que hay frente a ese mueble de madera maciza, de los que ya no hay, e invita a llevarse un fascículo: «Es una enciclopedia entera oye. No les ha tocado el agua. ¿Quieres uno? Los compré hace mucho tiempo porque me encantaba el mar, los animales... Pero yo no los quiero ya. No quiero nada». Paco es mayor, pero empuña el escobón de espuma para limpiar su acera con el mismo brío que el de su nieto o los que están ayudándole a limpiar su casa: «Nací aquí, este es mi reino. Aquí tuve a mis dos hijos.... ». Su casa está destrozada y Paco, un pescador aficionado de los que van a la anguila a la albufera, ya no quiere saber nada de ella, ni de su calle.... Es la rabia que vierte sobre su escobón: «A mi edad, a los 85 años, esto es un golpe muy grande para irte y volver a empezar».
Diez días después de que la dana entrara sin llamar en el reino de Paco, el barro ya no descalza en las arterias principales de Sedaví. Ni en las del barrio de La Torre, ni en las de Alfafar, pero cuando zizaguea por las callejuelas secundarias donde la gente, voluntarios venidos de aquí y de allá, todavía están desaguando garajes y sacando lodo a pala y capachón de negocios de pinturas, tiendas de recambios, peluquerías, talleres....
Y van haciendo montoncitos con recuerdos estropeados que sacan de los negocios o las casas. En Masanasa, junto a la iglesia, un hombre limpia fotografías. «Esto es agua y fotos», dice una voluntaria que cogió el coche desde Barcelona y, de madrugada, se puso a repartir alimentos puerta a puerta. A quien lo necesite.
Esos montocitos que forman esos puzzles de recuerdos son los que esquivan las señoras con carrito que han tenido que cambiar el súper y la tienda del barrio, que ya no existen, porque colmados improvisados en los que voluntarios reparten comida, lejía para limpiar.... Y van picando aquí y allá. También en las furgonetas llenas de víveres, mascarillas, detergente, comida para perros o hasta carritos de bebé que voluntarios de todas partes de España han cargado para bajar a ayudar a Valencia. Son furgonetas como las que llegaron ayer de madrugada desde Carballo, Malpica, Arteixo.... para ponerse a repartir ayuda en una calle de Alfafar.
En la calle, no se percibe un timón. Unos voluntarios descargan camiones, otros vacían bajos y, de vez en cuando, algún soldado les pregunta en qué les pueden ayudar o s conocen a alguien que pueda necestar ayuda.
Sentados en un descampado, cerca ya del barrio de La Torre, Ignacio y Pepe comen un bocadillo después de trabajar. Estudian. Pero el miércoles después de la dana, Ignacio, que es de Valencia, cogió la pala y cruzó el puente para ayudar. Algún —dice— será médico «para ser útil en cosas como estas». Y Pepe, que ha venido de Granada, también espera graduarse pronto para defender los derechos a los que después de lo que ha ocurrido en Valencia quieran denunciar.