Las trágicas historias tras el paso de la dana por Valencia: «Encontró el camión de su padre, pero ya estaba muerto»

Belén Hernández AGENCIAS / COLPISA

ESPAÑA

Coches amontonados tras el paso de la dana por Picaña, Valencia
Coches amontonados tras el paso de la dana por Picaña, Valencia Biel Aliño | EFE

El desastre no da tregua tras la devastación de las riadas. Muchos valencianos siguen buscando a sus familiares

31 oct 2024 . Actualizado a las 10:29 h.

Las imágenes dicen todo de la devastación que dejó la dana en Valencia. Casi un centenar de pérdidas humanas tienen sobrecogido al país y no dejan de conocerse historias de aquellos que perdieron a sus seres queridos. 

Daniel titubea ante las puertas de la comandancia de la Guardia Civil de Valencia. «¿Viene por un desaparecido?», le pregunta el agente. Mantiene el tipo tras toda una jornada observando el dolor de frente. «Ya sabemos que está muerto. Venimos a eso. A decir que está muerto», responde Daniel. Entonces el guardia abandona por un momento su posición erguida. Sus hombros abandonan su firmeza por un momento. Su postura corporal empatiza con el hombre encorvado de camiseta roja que tiene frente a él.

«¿Seguro que está muerto?», dice el Guardia Civil tratando de mantener un atisbo de esperanza. «Sí. Mi amigo lo sacó con sus propias manos de un barranco entre Picaña y Torrente. Encontró el camión de su padre, pero al sacarlo ya estaba muerto», lamenta Daniel. Esas palabras hacen que impere el silencio en la central de la Guardia Civil, repleta de gente.

Sus manos, carcomidas tras muchos años de trabajo, alcanzan a reproducir en su teléfono aquella imagen. Aquellas vidas que se perdieron con la dana. Su amigo Sergio está hincado. En sus rodillas descansa el cadáver de su padre, en un grave estado de putrefacción tras haber sido arrollado por el agua. «Los bomberos no lo encontraban. Mi amigo fue a primera hora de la mañana para rescatar a su padre, pero ya era tarde», dice Daniel con la voz entrecortada. Él y sus amigos abandonan la comandancia de la Guardia Civil. «Muerto». Una palabra que dinamita cualquier esperanza. Que acaba con las noches en vela y da comienzo al luto. En el mismo lugar hay una joven rubia que medirá menos de 1,60 metros. Tiene los párpados hinchados de tanto llorar. Ha llegado desde Xirivella andando. «Mi padre se ha caído por el barranco de Godelleta. Nadie me dice dónde está», dice la chica. Todavía lleva sus botas de agua recubiertas por el lodo. Su pelo apresuradamente recogido en una coleta. «Rescataron a mi madre sacándola con un arnés pero, ¿y mi padre?», comenta desconsolada.

Lourdes y su bebé

Lourdes llamó a una allegada para pedirle que cuidase de sus hijos. La joven estaba encaramada al techo de un coche junto a su bebé, una niña de tres meses. Ambas perdieron la vida, mientras su marido sobrevivió a la riada. Ellos estaban en Paiporta, epicentro de la tragedia, donde han muerto al menos 45 personas.