Más de 9.000 inmigrantes llegaron a El Hierro, casi la misma población de la isla

M.C. C. , J. M. R.

ESPAÑA

Medio millar más en cuatro cayucos. Salvamento Marítimo y la Guardia Civil rescató la madrugada del sábado un total de cuatro cayucos en aguas cercanas a la isla de El Hierro con más de 700 personas a bordo. También iban bebés y niños pequeños, además de otros menores de edad más avanzada. Hay cuatro muertos y, al menos, 13 heridos
Medio millar más en cuatro cayucos. Salvamento Marítimo y la Guardia Civil rescató la madrugada del sábado un total de cuatro cayucos en aguas cercanas a la isla de El Hierro con más de 700 personas a bordo. También iban bebés y niños pequeños, además de otros menores de edad más avanzada. Hay cuatro muertos y, al menos, 13 heridos H.Bilbao | EUROPAPRESS

En lo que va del 2023 se han registrado más de 31.000 entradas en Canarias

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El Hierro es una isla pequeña. Tiene apenas 268 kilómetros cuadrados de extensión y una población que se mantiene estable en los últimos años, 11.423 personas según el último censo. En este territorio, perteneciente administrativamente a Tenerife, están viviendo un fenómeno que hasta hace muy poco era casi anecdótico, la entrada constante de cayucos y pateras, con más de 9.000 personas provenientes del África subsahariana que han llegado a la isla desde el pasado mes de enero. La cifra no deja de ser significativa. Es casi toda la población de una zona desbordada por la presión migratoria y sin capacidad para poder albergar en condiciones humanitarias a un número tan elevado de inmigrantes.

En octubre llegaron a las islas de El Hierro y a Tenerife hasta cinco cayucos diarios, algunos con cifras de ocupantes desconocidas hasta ahora en la ruta Canaria (entre 250 y 320 personas) y la mayoría en condiciones aparentemente buenas. Muchos habían partido de Kayar, M'Bour o Saint Louis, ciudades pesqueras de Senegal donde no faltan buenos barcos, capitanes con experiencia y cientos de jóvenes acostumbrados a pasar días en alta mar, ganándose la vida entre redes. Pero las condiciones tan buenas para navegar que se encontraron durante tres semanas han cambiado, hay más olas, viento y los cayucos de Gambia o Senegal tardan más en completar la ruta. Y más días suponen más riesgo de que el motor se rompa o, simplemente, de que los cálculos de combustible o agua hechos al partir se vean desbordados.

320 personas en un barco

El cayuco que transportaba a 320 inmigrantes se ha convertido en el más numeroso registrado desde la apertura de la ruta canaria de las pateras superando el récord anterior de 271 personas que llegaron a La Restinga el pasado 3 de octubre.

Este notable incremento en las llegadas refleja la persistente crisis migratoria que enfrenta Europa y que afecta especialmente a Canarias. Unas 14.976 personas consiguieron alcanzar el archipiélago tan solo en octubre, lo que representan la cifra más alta desde que se tienen registros, superando incluso las cifras mensuales durante la crisis de los cayucos del 2006. Son casi la mitad del total registrado en lo que va de año, más de 31.000, según Interior. Frente a este escenario, las autoridades y organizaciones no gubernamentales se encuentran en constante atención para responder de manera eficaz y humanitaria, asegurando la integridad y el bienestar de aquellos que llegan a sus costas.

La otra cara del drama migratorio: Muertos que ni cuentan ni están en las estadísticas

Al amanecer, la gente del cayuco vio perfilarse en el horizonte la silueta de una isla tras aquella noche a la deriva y poco importó cuál era, porque todos comprendieron al instante lo que significaba en una situación como la suya, así que los más valientes entre los 77 hombres que quedaban a bordo se lanzaron al agua en busca de ayuda. Nunca se supo de ellos.

En el desafío que ha supuesto para Salvamento Marítimo, la Cruz Roja y todos los servicios de atención humanitaria de Canarias la llegada de cerca de 15.000 personas en apenas 30 días, todo ha ido tan rápido que las cifras, sin precedentes, y la urgencia por descongestionar pronto los recursos de primera línea han relegado a un segundo plano la sospecha de que se estaban perdiendo decenas de vidas.

De hecho, en su recuento hasta el 20 de octubre, la Organización de Naciones Unidas para las Migraciones (OIM) solo tenía registradas siete muertes rumbo a Canarias (431 en todo el 2023), cuando la tasa de mortalidad de la ruta atlántica en los últimos años es de una víctima por cada 20 supervivientes, el doble que la del Mediterráneo.

En la ruta canaria los muertos no cuentan: ni figuran en la estadística de llegadas que publica el Ministerio del Interior, ni, por supuesto, ellos pueden contar ya su historia. Incluso, cuando se recupera algún cuerpo, poco importa que cien o más compañeros de travesía compartieran con esa persona días de angustia, será enterrada seguramente sin nombre, solo con un número y una fecha.

No hablar de las pérdidas

Pero, esta vez, hasta al personal que trabaja en los muelles de desembarco más habituales le ha llamado la atención que en muy pocos casos los supervivientes relataban al pisar El Hierro, Tenerife o Gran Canaria que habían perdido compañeros durante sus días de océano, aunque las condiciones penosas de salud en las que los rescataron lo hicieran evidente y las caras de derrota hablaran por todos.

Expertos de entidades civiles y religiosas que suelen asistir en Canarias a los inmigrantes, lo achacan a una suma de causas diferentes, pero que han contribuido a transmitir la sensación de que todo fue fácil, tanto a quienes los veían llegar a España como, sobre todo, a quienes los ven partir en Senegal y Gambia. «La gente ha perdido el miedo al cayuco», resume el presidente de la Federación de Asociaciones Africanas de Canarias, el senegalés Mame Cheikh. La realidad, detalla, es que les da más miedo lo que dejan atrás, aunque muchos mueran.