José Antonio Griñán, un histórico del PSOE que no concibe este «calvario» como final

JAVIER ARIAS MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El expresidente andaluz José Antonio Griñán, en una imagen de archivo.
El expresidente andaluz José Antonio Griñán, en una imagen de archivo. Raul Caro | Efe

Afronta el derrumbe de su reputación y el duro trance vital de asomarse a la prisión

26 jul 2022 . Actualizado a las 20:09 h.

El peor de los relatos posibles para José Antonio Griñán (Madrid, 1946) en el caso de los ERE se confirmó tras ratificar el Tribunal Supremo su condena a seis años de cárcel. Hijo de militar del franquismo, Griñán cursó estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla hasta converger como militante del PSOE. En el partido lo ha sido casi todo, incluido su presidente, arropado por una dilatada trayectoria política labrada desde la Transición. Tantos años después y ya septuagenario, afronta el derrumbe de su reputación y el duro trance vital de asomarse a la prisión.

El dirigente andaluz se convirtió en 1982, el año de la histórica victoria del PSOE en las generales, en viceconsejero de Trabajo de la Junta de Andalucía y entre 1990 y 1992 dirigió la Consejería de Salud. De ahí dio el salto a la política nacional para ser ministro con Felipe González. También fue diputado nacional entre 1993 y el 2004. Ese año volvería al gobierno andaluz como titular de Economía y Hacienda del Ejecutivo liderado por Manuel Chaves, el otro expresidente condenado.

Como el resto de cargos enviados a juicio en el 2016, se dio de baja en el PSOE como exigían previamente sus estatutos aunque con previo amparo. El expresidente andaluz entre el 2009 y el 2013 ha seguido ligado, no obstante, a la sigla del puño y la rosa.

Quienes le conocen dicen que el exdirigente socialista no concibe que alguien como él, de vida austera, inspector de Hacienda por oposición, con un sentido del servicio público que ejerció durante 45 años, haya recibido como epitafio a su carrera política el «calvario» con los ERE, como él mismo describió a su salida del Supremo. Dos años antes de aquella vista, en agosto del 2013, dimitió como presidente de la Junta para no enturbiar el cargo previendo que la instructora, Mercedes Alaya, ya le tenía señalado en la macrocausa judicial.