Gibraltar, de la verja al laberinto

Héctor Barbotta MADRID | COLPISA

ESPAÑA

A.Carrasco Ragel | EFE

La ruptura amenaza con convertir la zona en una maraña letal para la economía del Peñón Gibraltar

31 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los gibraltareños, o llanitos como se los conoce al norte de la frontera que los separa de la localidad gaditana de La Línea de la Concepción, son un pueblo tan orgulloso de su identidad y de su historia que muchas veces parecen cruzar el umbral de la soberbia. Los avatares sufridos durante el siglo pasado -la evacuación forzosa durante la Segunda Guerra Mundial, el cierre de la verja decretado por Franco en 1969 que los aisló durante trece años o los controles impuestos en 2013 que convirtieron al entonces ministro español de Exteriores, José Manuel García Maragallo, en un personaje al que aún se refieren con rencor- los curtieron en la certeza de que nada malo les puede pasar mientras sigan al abrigo de la Union Jack. De cada dificultad han salido fortalecidos, y con esa convicción encaran un desafío que parece a la altura de los hitos históricos que reforzaron su identidad británica.

Los llanitos se expresan con acento exquisito en inglés, y cuando hablan en español su deje gaditano es tan profundo como el que puede escucharse en cualquier barriada de La Línea o Algeciras. Esta dualidad en el habla no tiene traslación identitaria. Es imposible encontrar un gibraltareño que cuestione la pertenencia del Peñón a lo que queda del Imperio Británico o que ponga en duda la lealtad a Su Graciosa Majestad. «Si España insiste en reclamar la soberanía nunca nos pondremos de acuerdo», advierte Andrew, un taxista con parada fija en Casemates Square. El 'brexit', sin embargo, los ha puesto entre la espada de sus intereses y la pared de la lealtad al Reino Unido. Gibraltar es, con 34.000 almas, el tercer territorio del mundo con mayor PIB por habitante: 68.125 libras esterlinas (74.211 euros). En desempleo están aún mejor; con 0,45% son los segundos en el ránking global. El 29% que padece el Campo de Gibraltar dibuja un contraste hiriente.

Los gibraltareños saben que esa situación de privilegio y bienestar se puede ver afectada por culpa del brexit, al que el 95% votaron 'no' en el referendo de 2016. Su economía está basada en el turismo y en la localización de empresas que se valen de las ventajas fiscales del Peñón y operan en toda Europa. Las más significativas son las casas de apuestas online, muchas con sede en el edificio World Trade Center Gibraltar, que han iniciado un aún lento goteo de mudanzas, la mayor parte con destino a Malta.

Negociaciones Los asuntos que les preocupan son dos: el tráfico de mercancías y el tránsito de personas. Del primero depende el abastecimiento de productos tan básicos como la comida, los medicamentos o el combustible. El segundo es aún más importante. Sin fluidez en la frontera, la economía se paraliza.

Los trabajadores transfronterizos han sido durante años la principal arma negociadora de los británicos. Suponen el eslabón más débil del conglomerado de intereses a uno y otro lado de la verja. Cuando en 1969 Franco la cerró, 4.800 españoles que trabajaban al otro lado fueron al paro. Hoy son más de 10.000 los españoles con empleo en la colonia. John Isola es uno de los empresarios más prósperos del Peñón. Su actividad es la importación de bebidas, pero el grupo que encabeza es propietario de varios restaurantes en Gibraltar. El 70% de sus cerca de 300 trabajadores son españoles. «Lo principal es que haya fluidez en la frontera -enfatiza-. Ya se ha anunciado que la habrá para los trabajadores, pero es importante que exista para los demás porque muchos puestos de trabajo dependen del turismo».

El temor está fundamentado. De los 30 millones de pasos fronterizos anuales, solo un tercio corresponde a trabajadores a uno y otro lado de la verja. El resto son, en su mayoría, turistas y existe el temor a la combinación letal que pueda tener el brexit y la pandemia para este sector.