Antes de empezar la jornada, Cayetana Álvarez de Toledo, pidió que el debate arrancara con la lectura del pacto PSOE-ERC. Pero su petición chocó con la negativa de la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet. Más allá de eso fueron varias las veces en las que la presidenta de la Cámara tuvo que calmar a sus señorías. Una de las más sonadas fue cuando la corrupción se coló en el debate y desde las filas populares comenzaron a corear «¡Ere! ¡Ere!». Fue entonces cuando Batet invitó a los diputados a «dejar la plaza del pueblo» para calmar los ánimos. También tuvo que pedir silencio cuando el diputado de Vox Víctor Sánchez del Real llamó «analfabeto» a Pedro Sánchez, después de que este conectara en la misma frase a Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, del siglo XI, con la toma de Granada por los Reyes Católicos, en el siglo XV. Pero hubo quien también llevó tila al hemiciclo. Fue el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, quien blandiendo una bolsa aconsejó a los diputados «de la derecha y ultraderecha» que dejen el «napalm y la gasolina» y opten por la tila: «No hay nada más castizo y español, y hace verdaderos milagros».
El ambiente que se respiró en el Congreso también sobrevoló fuera de la Cámara. La Conferencia Episcopal, por ejemplo, manifestó su inquietud sobre un acuerdo PSOE-Unidas Podemos.