Una ruta correcta, pero sin certeza alguna

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

La posibilidad de que los Mossos se rebelen y de que Puigdemont cree un Gobierno paralelo son las mayores incógnitas

23 oct 2017 . Actualizado a las 07:18 h.

Como ese Quentin Tarantino que reconoce que supo hace tiempo de las fechorías del productor Harvey Weinstein pero no actuó, Rajoy admite ahora que tenía motivos más que sobrados para haber aplicado antes el artículo 155, pero esperó porque confiaba en que Puigdemont rectificara antes de llevar su locura hasta el final. Al parecer, era el único español que esperaba tal cosa. Irónicamente, Rajoy lo habría conseguido si el presidente de Cataluña siguiera siendo Artur Mas, que ahora, abrumado, pretende apagar el fuego que él mismo encendió. Pero Puigdemont no teme la cárcel y está ya más cerca de los antisistema de la CUP que de ese otro independentismo burgués que jugaba de farol para conseguir prebendas. Rajoy admite que no tiene todas las respuestas ni sabe exactamente lo que ocurrirá. Pero el sábado, cuando compareció junto a unos ministros cuyos rostros demudados reflejaban su angustia, parecía el más sereno. Tiene la sensación de que, pase lo que pase, ha hecho lo que debía. Aunque como el Bartleby de Melville «preferiría no hacerlo», es la cerrazón absoluta de los independentistas la que le ha obligado a ello.

Cuando la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, compareció a puerta cerrada para enseñarnos a los periodistas las tripas del artefacto jurídico que ella misma ha diseñado, lo hizo también con la risa nerviosa de la alumna aplicada que se sabe todas las respuestas pero teme que a pesar de ello pueda llegar el suspenso. Sobre el papel, todo funciona como un reloj. Pero las posibles combinaciones de hechos son infinitas y es imposible preverlas todas. Presidente y vicepresidenta han aprendido de sus errores y por eso se niegan a garantizar nada y huyen de afirmaciones categóricas. No quieren entrar en los «¿y si..?». ¿Y si ahora Puigdemont convoca elecciones antes del viernes? ¿Y si Puigdemont declara la independencia? ¿Y si el Gobierno catalán se niega a aceptar su destitución y crea un Ejecutivo paralelo? Y, sobre todo, la gran pregunta, la madre de todas las preguntas a la que nadie se quiere enfrentar, ni siquiera como hipótesis: ¿Y si los Mossos d’Esquadra se niegan a ponerse a las órdenes del Gobierno y a entregar simbólicamente sus armas? A ninguna de esas preguntas responde por ahora el Ejecutivo, aunque obviamente existen planes de contingencia para todo.

En lo político, la duda es si convienen unas elecciones inmediatas o si es preferible agotar el plazo de seis meses para tratar de enfriar el furor independentista. La mayoría del Gobierno apuesta por lo segundo, convencidos de que en plena conmoción por el 155 el independentismo, si se presenta a los comicios, que tampoco está claro, obtendría un triunfo rotundo. El problema es que una precampaña de seis meses produciría enormes grietas en el bloque constitucionalista que ahora se muestra sólido, lo que jugaría a favor de los independentistas. Pedro Sánchez tiene prisa por quitarse cuanto antes el traje de aliado fiel de Rajoy, que le aprieta por todas las costuras, para volver a la refriega con el Gobierno, que es el terreno en el que se mueve con soltura. El Ejecutivo ha hecho lo que debía. El rumbo es ahora el correcto. Pero certezas, no hay ninguna.

El 155 hace imposible un cambio de liderazgo en el PP

La decisión histórica de intervenir la autonomía de Cataluña tomada por Mariano Rajoy marca tanto a todo el PP y tiene unas repercusiones tan enormes de cara al futuro, que ya se considera imposible que en las próximas elecciones generales los populares presenten a ningún otro candidato que no sea Rajoy. Será el presidente del Gobierno quien, para lo bueno y para lo malo, tendrá que defender en esos comicios la decisión que ha adoptado. Presentar a cualquier otro candidato sería interpretado como que los populares no se hacen responsables o se arrepienten de la decisión tomada y de las consecuencias que lleve aparejada, lo que en términos electorales sería suicida para el partido.

El error de Iglesias hunde a Podemos en Cataluña

Pablo Iglesias, al que muchos, incluso entre sus rivales políticos, consideran un genial estratega político, ha dado muestras de desorientación y duda permanente durante todo el proceso independentista. Unos errores que amenazan con llevarse por delante en las próximas elecciones autonómicas a Podemos y la plataforma en la que se integra en Cataluña. Tras haberse mimetizado prácticamente con los independentistas, Iglesias trata ahora, presionado por su propio partido, de corregir el discurso y buscar un espacio propio. Llama la atención que en sus últimas intervenciones critique por igual a Rajoy y a Puigdemont. Pero le va a ser difícil ocupar ese espacio en Cataluña. Ahí ya está el PSC.

La prensa extranjera no da la talla en la crisis catalana

El papel que está jugando en esta crisis la prensa extranjera acreditada en España muestra las enormes carencias de algunos periodistas a los que hasta hace poco se veneraba como gurús de la realidad española. Al margen del posicionamiento que tome cada medio en esta partida de ajedrez entre el Gobierno y los independentistas, la frivolidad de muchas crónicas evidencia un desconocimiento total de la Constitución y del modelo territorial español. Acostumbrados a ser tratados entre algodones, algunos corresponsales justifican el sesgo proclive al relato independentista diciendo que la Generalitat informa y hace proselitismo mejor que el Gobierno. Un pésimo argumento periodístico.