El drama de los centros de inmigrantes

ramón gorriarán MADRID / COLPISA

ESPAÑA

RAMÓN DE LA ROCHA

Miles de personas viven hacinadas y en pésimas condiciones en los siete centros de internamiento

11 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los siete Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES) españoles -Algerciras, Barcelona, Madrid, Murcia, Valencia, Las Palmas y Tenerife- que acogieron el año pasado a 7.597 inmigrantes sin documentos de residencia o que trabajaban sin el permiso correspondiente se han convertido en un agujero negro. Negro por las condiciones de vida de los inmigrantes retenidos en estas cárceles, y negro porque apenas cumplen su función de ser residencia temporal hasta la expulsión. Apenas uno de cada cuatro inmigrantes que ingresaron el año pasado en estos centros fue devuelto a su país de origen, el resto quedaron en libertad.

Aunque los internos solo tienen restringido su «derecho ambulatorio», la realidad es que su régimen se asemeja más a la vida penitenciaria de un país tercermundista. Ventanas con rejas, hacinamiento en habitaciones reducidas y sin luz, puertas cerradas con llaves, carencia de elementos de higiene o de abrigo, atención médica deficiente, falta de asistencia psiquiátrica o psicológica, ausencia de intérpretes, vulneración de la intimidad en las comunicaciones, internamientos de menores no acompañados, y un largo etcétera, según recoge un estudio de las Universidades de Comillas, Barcelona, Valencia, Valladolid y el Servicio Jesuita a Inmigrantes.

Sin retrete en las habitaciones

Pero no solo son informes universitarios o denuncias de organizaciones no gubernamentales, la titular del juzgado de instrucción número 1 de Algeciras, Belén Barranco, tras visitar en enero el Centro de esa localidad y su filial de Tarifa requirió en un auto a los responsables una serie de mejoras porque sus instalaciones son «más propias de un régimen carcelario» que de un centro de internamiento temporal. Y reclamó que se construyesen «retretes en las habitaciones en las que ahora los internos orinan y defecan en un boquete en el suelo».

Tal vez por eso los incidentes en los centros no paran de crecer. En el CIE de Murcia se registraron el año pasado cuatro fugas en las participaron 85 inmigrantes de los que 43 lograron huir; el año pasado 18 extranjeros trataron de escapar del centro de Madrid, 11 fueron capturados por la Policía, y dos meses después 39 se amotinaron en el techo del edificio.

Los CIES acogieron el año pasado a 7.597 inmigrantes siendo su función primordial ser residencia provisional hasta la salida de España, solo el 28% de los ingresados fueron devueltos a su país en el 2016, de acuerdo a las estadísticas gubernamentales, mientras que el 66% quedaron libres. Un apreciable retroceso porque en el 2015 ingresaron 6.930 inmigrantes y el 41% fueron devueltos a su país. Su procedencia es difícil de precisar porque el Ministerio del Interior los identifica en los expedientes de expulsión de acuerdo a la nacionalidad que dice tener el detenido. La respuesta del Gobierno a una pregunta de la senadora de Podemos María Isabel Mora, la colonia más numerosa fue la de Argelia, con 1.551, seguida de la de Costa de Marfil, 1.204; Marruecos, 918; Gambia, 694; Guinea, 669; y Camerún, 491. Cerca de la mitad ingresaron en Algeciras, que albergó entre sus paredes a 3.101 extranjeros en el 2016, el de Madrid recibió a 1.526, y el resto se situó en cifras menores.

La ley dice que los inmigrantes no pueden permanecer más de 60 días ingresados en estas dependencias, plazo en el que debería sustanciarse su expediente de expulsión. Pero no es así.

Más de 13.000 indocumentados han llegado este año por el Mediterráneo, Ceuta o Melilla

Más de 13.000 inmigrantes indocumentados y refugiados han llegado a España cruzando el mar Mediterráneo o a través de las fronteras de Ceuta y Melilla, lo que supone un aumento con respecto al año anterior, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Así lo asegura la jefa de la misión de la OIM en España, María Jesús Herrera, quien apunta que 10.276 personas alcanzaron las costas españolas hasta el 6 de septiembre, frente a las 8.162 del conjunto del 2016.

Según Herrera, este verano ha habido un aumento de las llegadas por las buenas condiciones meteorológicas y la mejora de la situación económica, lo que opera como un factor de atracción de los flujos migratorios. «Este año se va a superar la cifra, pero no estamos ante una situación de emergencia o de alarma social. No es una invasión», subraya.

Desde su punto de vista, España y Europa están preparadas para recibir inmigrantes porque, aunque es más complicada que en años anteriores, las cifras son «manejables».

La mayoría de las personas que alcanzan las costas andaluzas son hombres, aunque hay un aumento de menores tanto acompañados por sus madres como solos.

Herrera señala que «las personas que llegan a España en pateras están pagando un dinero que oscila entre los 500 y los 1.000 euros, en función del tipo de embarcación, para ser ilegalmente transportadas». En su opinión, el Gobierno, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Cruz Roja y las ONG encargadas de la primera asistencia están intentando poner los mecanismos para detectar a las posibles víctimas de trata, pero reconoce que «es muy difícil porque muchas personas no son conscientes de su situación hasta que llegan a su destino».

Por eso hace un llamamiento para centrarse en las razones que llevan a las personas a arriesgar su vida con el objetivo de tener un trabajo en Europa y apuesta por aprovechar este momento para cambiar el rumbo de la política europea de migración y asilo y abrir vías legales y seguras para facilitar la llegada de inmigrantes y refugiados. «Desde la OIM, pensamos que es el momento de que Europa haga un esfuerzo de solidaridad», concluye.