Falacias

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

10 jun 2017 . Actualizado a las 09:32 h.

La declaración institucional leída por Puigdemont es un soberano ejercicio de cinismo plagado de falacias, de argumentos dirigidos a justificar las consecuencias, esto es la convocatoria del referendo, con medias verdades, en el mejor de los casos, y con falsedades flagrantes en otros. Es perfectamente compartible su crítica a un Tribunal Constitucional que en su momento de máxima politización y mínima credibilidad emitió una muy cuestionable sentencia que recortó un Estatuto que había sido aprobado en referendo por los catalanes. Fue la guinda de un proceso en el que se cometieron demasiados errores en todas partes y por el que más de uno debería avergonzarse y pedir perdón. Pero de ahí no puede derivarse el derecho de nadie a pisotear las leyes y desobedecerlas a su libre albedrío. Porque, en contra de lo que dice Puigdemont, sí es cuestión de marcos legales. Sin ellos no hay institución alguna, ni siquiera sería posible ese Estado independiente con el que sueña.

Tampoco es verdad que haya un conflicto entre Cataluña y el Estado. Lo puede haber, y lo hay, entre fuerzas políticas. Y los conflictos, consustanciales a la democracia, se resuelven, o al menos se encauzan, de acuerdo con los procedimientos legalmente establecidos. Y cuando fallan, porque todas las obras humanas son falibles, se consensúan unos nuevos, pero no se imponen unilateralmente.

También es cierto que ha sobrado inmovilismo y faltado negociación. Pecados de los que no están limpios ni Puigdemont ni los soberanistas, cuyo espíritu de diálogo ha quedado retratado una y otra vez en el Parlamento catalán al imponer sus posiciones forzando incluso el reglamento y los más elementales principios democráticos, como el de que las grandes decisiones requieren debates sosegados y mayorías cualificadas. Nada que ver con aprobar la ruptura en 24 horas y con mayoría simple. Y para rematar el cúmulo de falsedades, ni Cataluña es, en términos políticos, una nación milenaria ni ninguna institución internacional le reconoce el derecho de autodeterminación que proclama.