El líder de ERC termina por ceder en todo ante el de CDC

G. B. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Hugo Ortuno | efe

Artur Mas consigue imponer todas sus condiciones y blindarse políticamente detrás de una lista a su medida en la que integra al segundo partido catalán y también a las plataformas independientes

16 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, ha sostenido públicamente durante todo el proceso soberanista la línea más dura, presentándose como un halcón que forzaba a Artur Mas a dar pasos a favor de la independencia y a desafiar al Estado español. Junqueras ha mantenido permanentemente la amenaza de ruptura con el líder de CDC, pero al final ha terminado por ceder en todo a los intereses del presidente catalán. ERC, que aspiraba a sustituir a CiU como primera fuerza en Cataluña, rechazaba de plano la propuesta de hacer una «lista de país» que propuso Artur Mas hace ocho meses. «La diversidad nos enriquece», señalaba Junqueras, y añadía que «la lista única aleja a los que no lo tienen claro».

ERC ha ido perdiendo fuerza en el proceso a medida que iba cediendo ante las pretensiones de Mas. Junqueras exigía que las elecciones catalanas se hubieran celebrado a principios del 2015, pero claudicó y aceptó que fueran el 27 de septiembre. Después, para contrarrestar las presiones de Mas de elaborar una lista común, ERC planteó el desafío de una lista única en la que no se incluyera ningún político, lo que habría supuesto que Mas perdiera el control del proceso. Pero también aquí Junqueras ha terminado cediendo y ambos dirigentes no solo estarán en la lista, aunque ocupen los puestos cuatro y cinco cediendo los primeros lugares de forma simbólica, sino que se reservan el papel de presidente y vicepresidente de la Generalitat en caso de que obtuvieran la mayoría absoluta.

El resultado es que Artur Mas consigue imponer todas sus condiciones y blindarse políticamente detrás de una lista a su medida en la que integra al segundo partido catalán y también a las plataformas independientes que le han hecho el trabajo de abanderar los desafíos en las calles de Cataluña y de protagonizar el simulacro de referendo para ahorrarle al presidente de la Generalitat el coste político y hasta judicial que le habría supuesto tomar decisiones en contra de las sentencias del Tribunal Constitucional. Ahora, en caso de victoria, Mas se reserva el papel principal y la capitalización del éxito. Y, en caso de derrota, consigue diluir su responsabilidad bajo el paraguas de Junqueras y de las plataformas independientes.