
Los psicólogos creen que el menor catalán fabuló una idea irreal que lo cargó de agresividad, canalizada después hacia la autoridad del profesor
21 abr 2015 . Actualizado a las 16:13 h.La declaración de la Generalitat, que vinculó la actuación del menor en el instituto Joan Fuster de Barcelona a un brote psicótico, centra el análisis de los psicólogos, que intuyen, además, problemas de relación con el entorno.
¿En qué consiste el brote psicótico?
Adina Dumitru, psicóloga de la Universidade da Coruña, explica que consiste en «un desequilibrio momentáneo o permanente que ocasiona una percepción distorsionada de la realidad, con alucinaciones visuales e incluso auditivas». Si no se controla adecuadamente puede ser el origen «de una esquizofrenia». María del Carmen Lorenzo, vocal de la sección de Psicoloxía Educativa del Colexio de Psicoloxía de Galicia, añade que el brote psicótico obedece «a dificultades para establecer contacto con la realidad. El enfermo confabula una idea, alimentada por cosas que no son reales». Y ahí aparecen las alucinaciones, como en el caso del joven catalán, que oía voces que le impulsaban a matar, «así que no parece una frustración momentánea».
¿Por qué sufrió el alumno ese brote psicótico?
Por lo general, añade Dumitru, «es fruto de una combinación de factores neurológicos (la propia química del cerebro) y de otros psicológicos como el entorno, la familia y la estabilidad del afectado. De todas formas, los expertos sostienen que falta información aún para concretar más el caso del joven catalán.
¿Tiene cura o se puede tratar este problema?
Lo principal, según Lorenzo, es «la prevención», porque debería haber psicólogos especializados en los centros de enseñanza «que identificasen síntomas como la falta de compasión o de empatía con el dolor ajeno. Porque lo de este chico no parece algo puntual». En cuanto al tratamiento, un desorden neurológico de este tipo «requiere fármacos y una intervención psicoeducativa».
¿Qué condujo al menor a concretar la idea en una acción tan violenta?
El control de la agresividad se está construyendo todavía a los 13 años; no se administra bien. Para Adina Dumitru, sucesos como este demuestran que es necesaria «atención psicológica especializada; por ejemplo para manejar la agresividad y la rabia». Cuando las necesidades básicas están «frustradas, esa agresividad creciente se vuelve contra la autoridad. En este caso, los profesores». Pero en su opinión, «ahí hay más cosas que el brote psicótico», aunque para descifrarlas habría que conocer más a fondo la relación del joven con sus compañeros y con sus familiares.
¿Qué lleva a un muchacho de 13 años a atacar a sus maestros y compañeros?
Asegura Concepción Fernández Villanueva, directora del departamento de Psicología Social en la Universidad Complutense, que en este tipo de actuaciones no siempre existe una relación directa con las víctimas. Fernández Villanueva recuerda el caso de la doctora de la Clínica La Concepción, de Madrid, que en el 2003 mató a una compañera y a una paciente. «Atacó también a gente que no conocía de nada, porque esto se relaciona más bien con lo que uno interpreta de la vida».
¿Cómo encaja en todo esto el gusto por esvásticas y ropa militar?
Para Adina Dumitru, ya indica un posible problema, porque «para la identidad en construcción del joven es una forma de canalizar la agresividad por medio de símbolos que la hacen aceptable».
¿Es casualidad que coincida la fecha, el 20 de abril, con la matanza de Columbine, en Estados Unidos?
Es un hecho que llama la atención, pero no está claro que exista una relación, pues se trata de procesos diferentes. «Columbine fue un trabajo de dos chicos, en grupo, y eso es otra cosa», puntualiza Fernández Villanueva. «Cabe la posibilidad de que este joven tuviese presente aquella fecha -agrega-, pero la situación es distinta».