Malestar en el PSOE con Sánchez

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

J. J. Guillén | EFE

Aumentan las críticas internas a la gestión del líder socialista, que algunos barones del partido consideran excesivamente personalista

07 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El liderazgo de Pedro Sánchez, elegido hace tan solo cuatro meses y medio secretario general del PSOE, no pisa en suelo firme. Aunque no esperan una recuperación milagrosa, en la dirección del partido aseguran que las cosas van bien, blanden encuestas que lo sitúan como el dirigente político mejor valorado del momento -mejor que Pablo Iglesias, subrayan- y defienden que su gran fortaleza reside en que «es percibido como un cambio» en un momento en que los españoles «no apoyan cambios radicales». Sin embargo, de puertas adentro, la preocupación e incluso el enojo cunde entre muchos de los que lo encumbraron al cargo para frenar a Eduardo Madina, cuando era un desconocido para el gran público.

La primera en marcar distancias fue precisamente quien más tuvo que ver en su victoria, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Antes de que se cumplieran los cien días de la designación ya dio muestras de una considerable decepción. Ahora evita mojarse por él como candidato a la presidencia del Gobierno en las primarias convocadas para el 29 de julio y ni siquiera descarta de plano optar a ocupar su puesto en algún momento.

Error de ejecución

La sorpresa inicial ante resbalones como la apuesta por los funerales de Estado para las víctimas de la violencia machista o la desaparición del Ministerio de Defensa ha dado paso a una inquietud más profunda y a una cierta sensación de falta de consistencia y de habilidad para transmitir que el PSOE tiene un proyecto bien armado. Pero curiosamente fue una decisión, para muchos bien tomada, pero muy mal ejecutada, lo que más evidente ha hecho el malestar interno: el voto a favor de la iniciativa de IU para deshacer la reforma del artículo 135 de la Constitución pactada en agosto del 2011 por Zapatero con Mariano Rajoy en un intento de evitar el rescate.

Los socialistas ya habían acordado en su conferencia política, con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente, completar el compromiso establecido entonces con los acreedores externos con un blindaje constitucional de la educación, la sanidad y las pensiones. Pero lo que reprochan muchos a Sánchez es que comprara el discurso de IU y de Podemos, según el cual, fue la «traición» de Zapatero y su abrazo al principio de estabilidad presupuestaria lo que ha permitido a Rajoy recortar el Estado del bienestar.

Así sumó el joven líder socialista un nuevo miembro a su club de agraviados: Zapatero, que en junio dejó en la estacada a Madina para respaldar a Sánchez. Y no es el único que está que bufa por un motivo u otro. «Pedro y César (Luena) son una fábrica de hacer enemigos; buscan pocas complicidades, cometen errores sonoros...», dice un veterano con olfato político.

Entre los barones, empieza a calar la sensación de que Sánchez va demasiado «a lo suyo», creen que se ha olvidado de que antes de nada hay que ganar unas elecciones municipales y autonómicas, y que para él lo único que existe es su candidatura a las generales. «Para nosotros es muy importante que a él le vaya bien; si él tira yo tiro -dice un candidato autonómico-, pero no podemos hacer como si no hubiera nada más». El caso es que los socialistas están muy inquietos ante lo que puede ocurrir en los comicios de mayo.