El paseíllo de los hipócritas

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

27 sep 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

Parece mentira que aun hoy se siga recurriendo al viejo truco de envolverse en la bandera para justificarlo todo. Poco hay más dañino que ese nacionalismo de trinchera que esconde toda la basura bajo la alfombra del ataque externo. Una vez más, Jordi Pujol se hizo el mártir; como siempre, CiU lo defendió de un supuesto linchamiento. ¡Ya está bien! No se le ataca por su nacionalismo, sino por ser un defraudador confeso. No se le critica por su posición política, sino por haber engañado a todos durante 34 años, de haberse reído de todos los ciudadanos día tras día como ayer lo hizo de todos los parlamentarios. ¿Cómo se puede ser tan cínico para reconocer que ocultado a Hacienda casi un millón de euros y decir que no es un corrupto? Es eso y mucho más. Nos ha robado a todos, nos ha engañado y, además, nos insulta al justificar la evasión de esa fortuna con el argumento de si tenía que huir fuera de España. ¿Eso es lo que hace un presidente? ¿Es eso lo que hace un líder que quiere construir un país? ¿De verdad? Ni ahora ni en los años 80.

Ni siquiera hay que recordar lo que no aclaró, que es todo, sobre la fortuna de su familia para concluir que su comparecencia lo descalifica, como persona, como político y como figura histórica. ¿Qué legado quieren preservar sus correligionarios de CiU? ¿El de alguien que se cree por encima del bien y del mal? Porque su soberbia al abroncar a los representantes del pueblo lo define. No hace falta más. Su salida del Parlamento arropado por los diputados de su partido es bochornosa. Era el paseíllo de los hipócritas. Y los hace cómplices de su viejo líder, por acción o por omisión, por taparlo o por mirar para otro lado. Entonces y ahora. Incluido Artur Mas, que ha preparado para hoy una ceremonia de despiste con la que tapar el vergonzoso espectáculo de ayer. Sabe que no habrá referendo, pero montará la ceremonia igual. Todo para tener dos días de fiesta, hasta que el Constitucional mande parar. Y no habrá conseguido otra cosa que enervar aún más los ánimos. Como Pujol. Ese será su legado. El de ambos.