Una irrupción que condiciona el discurso de otros partidos

G. B. Madrid / La Voz

ESPAÑA

El éxito de la formación de Pablo Iglesias en las elecciones europeas dibuja un nuevo mapa político en España

16 jul 2014 . Actualizado a las 11:39 h.

El 8 de mayo del 2014, Podemos era calificada como la gran sorpresa del sondeo preelectoral del CIS sobre los comicios europeos porque la encuesta le otorgaba el 1,8% de los votos y un escaño. Diecisiete días después, la formación de Pablo Iglesias obtenía el 7,97 % de los sufragios y cinco escaños, rompiendo así todos los pronósticos. El resultado fue un 440% superior al augurado, lo que da idea de la prevención con la que cabe acoger los datos referidos a una formación sobre la que no existen referentes previos. Los datos del sondeo de ayer indican que hay cientos de miles de españoles que declaran haber votado a Podemos sin haberlo hecho. En ese comportamiento influye en un caso el deseo de sumarse al éxito y en otros el de expresar una cercanía a los planteamientos más o menos radicales de la formación, que no tiene por qué traducirse luego en voto en las elecciones.

Pero, más allá de los datos estadísticos, lo que resulta innegable es que la influencia que ha tenido la irrupción de Podemos en el discurso político de los grandes partidos supera con mucho los resultados obtenidos o los que los que le auguran los sondeos. En los partidos de izquierda, el temor a que los planteamientos de Pablo Iglesias acaben por robarles buena parte de su electorado ha llevado a Izquierda Unida, el más perjudicado por la irrupción de Podemos, a asumir prácticamente todo el discurso de esta nueva formación y a ponerse casi a su servicio para formar un frente de izquierda. Pero también en el PSOE cunde el miedo al discurso que le identifica con «la casta». Su nuevo líder, Pedro Sánchez, ha dedicado buena parte de su campaña a tratar de combatirlo, lo que hace pensar que, lejos de acercarse a ese discurso, pretende marcar distancias para fijar a su electorado.

Y en el PP, conviven dos planteamientos. Los que temen también ser arrastrados por la corriente antisistema de Podemos, y los que consideran que su irrupción es una bendición para ellos. Primero, porque restará votos al PSOE e IU. Y, segundo, porque alentará el miedo de miles de votantes conservadores que suelen quedarse en casa el día de las elecciones y los arrastrará en masa a apoyarles en las urnas en las generales.