Sencillez y cercanía
Ejemplo para el príncipe. Don Juan Carlos eligió para su discurso de abdicación un tono mucho más cercano y sencillo que en ocasiones anteriores, que incluyó el tuteo directo a los ciudadanos en lugar de expresiones como «los españoles...». Además, quiso dejar claro desde un principio su cercanía con los problemas de los ciudadanos, asegurando que siempre ha querido ser «el rey de todos los españoles» y explicando que se ha sentido «identificado y comprometido» con sus aspiraciones y ha sufrido también «cuando el dolor o la frustración» les han embargado. El monarca le marca así el camino a su hijo don Felipe, dejando claro que es necesario un nuevo modelo de reinado.
Reivindicación
Defensa de su labor. El rey se despide del trono reivindicando su labor como impulsor de la democracia y su deseo de poner siempre los intereses de su país por encima de los propios. «Asumí el compromiso de servir a los intereses generales de España», señaló, para dejar claro que, por encima de los errores que haya podido cometer, siempre actuó al servicio de los españoles. Y, al hacer balance, elude cualquier falsa modestia asegurando que, al mirar atrás, siente «orgullo», aunque también «gratitud» hacia los españoles por haberle ayudado en la tarea de transformar el país.