Un desprecio a los ciudadanos

ESPAÑA

21 may 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

El comentario machista de Arias Cañete ha sido uno de esos patinazos históricos que condicionan una campaña y marcan para siempre a su autor. Tras una metedura de pata de semejante magnitud, las personas sabias afrontan el problema dando las explicaciones pertinentes y disculpándose ante los ofendidos. No es el caso del candidato del PP, que en su soberbia ha optado por esconder la cabeza debajo del ala e ignorar el asunto, como si nada hubiera pasado. Pero, mal que le pese, ha ocurrido. Y, con su actitud huidiza, al daño causado suma ahora el desprecio a los ciudadanos. Porque no puede olvidar que cuando aspira a ser elegido está solicitando la confianza de los electores, que es el contrato más exigente que se pueda imaginar. La democracia no consiste en solicitar el voto cada cuatro años. La democracia es escuchar a los ciudadanos, atender sus exigencias, oír sus quejas, someterse a sus designios. Justo lo contrario de lo que hace Cañete, que se parapeta en el espacio amigo y huye del debate real. Al eludir el contacto con la prensa, intermediarios de los ciudadanos, a quien desprecia es a estos, no a aquella. Al cancelar, justo después de su exabrupto, la entrevista que había concertado con La Voz, no desaira al periódico, menosprecia a los más de 600.000 lectores que tienen todo el derecho a oír las explicaciones y argumentos de aquellos que les piden el voto. Es la esencia de la democracia.

En la frontera