Se mire como se mire, sin Europa no hay paraíso

La Voz

ESPAÑA

Importantes deben de ser estas elecciones si el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le dedica diez mítines en doce días de campaña

11 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Importantes deben de ser estas elecciones si el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le dedica diez mítines en doce días de campaña y si el primer ministro francés, Manuel Valls, se desplaza a Barcelona para apoyar en un acto a la candidata socialista, Elena Valenciano. Importantes serán cuando Europa arde en debates televisados, aunque aquí haya que echar los hígados para conseguir uno. O si el conservador Jean Claude Juncker y el socialdemócrata Martin Schulz se baten en la televisión francesa, después en la alemana y el viernes pasado en un acto impresionante en Florencia en un teatro -debate retransmitido por la RAI-, con el presidente de la república sentado en la primera fila para dar realce a la convocatoria. Importantes deben de ser, aunque aquí no nos enteremos demasiado.

Claro que lo son, y más que nunca, porque esta vez con nuestro voto sabremos si el presidente de la Comisión, o sea del Gobierno europeo, el que sustituirá a Durão Barroso, será un conservador o un progresista. O para entendernos, si mandará el norte o el sur, que a la hora de repartir el presupuesto comunitario ya se sabe que tienen criterios y necesidades bien diferentes.

España está más dormida que el resto de Europa en la vigilia electoral y sus candidatos, salvo excepciones, andan encerrados en la hemeroteca arrojándose noticias de herencias políticas, al menos de momento. La familia popular ha recuperado a Aznar en la presentación de Arias Cañete, cosechando el titular que añoraba: el expresidente no está con Vox, el partido fundado por Ortega Lara con Vidal Quadras como candidato a Europa. La familia socialista recupera en la campaña a Felipe González que estará con Valls y Schulz apoyando a Valenciano, a la que el Financial Times situaba en una lista de las 25 personas más influyentes del nuevo Parlamento Europeo.

No debatir tiene un coste

Necesitados como están Partido Popular y Partido Socialista de movilizar a sus desencantados electores, sorprende que haya sido tan difícil reunirlos en un debate televisado que finalmente se celebrará el próximo martes. Una carta de Óscar López Águeda, aceptando el debate los socialistas, enviada a la Academia de Televisión el jueves y correspondida horas después por otra de Carlos Floriano, más el paso adelante de Elena Valenciano el viernes, dispuesta a debatir en cualquier formato con Arias Cañete, salvó el cara a cara. De no celebrarse, la erosión sería alta porque no acudir a los debates no es gratis. Ya estaba en marcha una campaña en redes sociales pidiendo un debate en la televisión española entre Juncker y Schulz; con traducción, claro.

Si se miran las encuestas, la proximidad entre PP y el PSOE es notable en la cabeza, y también entre Izquierda Unida y UPyD más abajo. Y entre Convergencia y Esquerra en Cataluña. Y poco más. Si acaso la candidatura Podemos, que procede de los movimientos del 15-M. Sorprende que con las dificultades que atraviesa el país y el índice de descontento con la política en general, y los principales partidos en particular, no se prevea un vuelco electoral. Esto se puede relacionar con la encuesta en profundidad a los jóvenes españoles, que soportan una de las tasas de desempleo más altas de Europa: quieren reformas pero no revolución.

Fenómenos como el de Costa Rica en el que un desconocido profesor de Historia ha sido capaz de descabalgar del poder al bipartidismo tradicional, no se contemplan. Si acaso, la abstención sería la expresión del descontento con la política y con Europa. Aunque en el fondo está bien asumido por todos que sin Europa no hay paraíso. De ahí que las opciones antieuropeas en España no coticen al alza.