La decisión de Aznar, que solo se ha perdido la convención nacional del partido en el 2009, cayó ayer como un jarro de agua fría en la dirección del partido, donde no tiene dudas de que los movimientos de Jaime Mayor Oreja y del expresidente del Gobierno están coordinados y es una forma de mostrar su profundo desacuerdo con Rajoy, sobre todo con la política antiterrorista y la gestión del desafío soberanista de Cataluña. Su portazo, unido al adiós de Mayor Oreja, marcarán el signo de un cónclave, el que celebrará el partido este fin de semana en Valladolid, que fue ideado para mayor gloria de las reformas del Gobierno.
El Partido Popular quería sacar pecho de los primeros resultados positivos en los indicadores macroeconómicos después de dos años de severos ajustes presupuestarios. La reunión, además, debía servir como lanzamiento oficial de la campaña a las elecciones europeas del 25 de mayo, y que el PP quiere ganar a toda costa para evitar la imagen de un desgaste mayor del partido del que los propios dirigentes del PP quieren reconocer.
Desvelar el candidato
La tensión comienza a notarse en la cúpula popular. El objetivo, tras una semana tan convulsa, es evitar que el mensaje de Mariano Rajoy pase a un segundo plano y el protagonismo de este encuentro se lo lleven las ausencias de Aznar y Mayor Oreja, la posible grieta en el ala más derechista o la hipotética fuga de apoyos hacía UPyD, Ciudadanos y Vox, la nueva formación creada por José Antonio Ortega Lara.
Un dirigente popular especuló ayer con la posibilidad que, ante este contexto desfavorable, Mariano Rajoy opte por recuperar la iniciativa política y desvele, pese a que no lo tenía previsto, el nombre del cabeza de lista del PP en las elecciones europeas. Para ello, según los estatutos del partido, debería convocar un comité ejecutivo extraordinario. Sin embargo, un diputado popular, sin despreciar esta posibilidad, recordaba que «todo el mundo sabe que a Rajoy no le gusta que nadie le marque el paso». Además, la confección de la candidatura europea probablemente precipite una crisis en el Gobierno que el presidente quiere demorar todo lo que pueda.