Cincinato amenaza con volver para impedir que el PP lo abandone

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

23 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Por qué ahora? El desencuentro entre Aznar y Rajoy no ha parado de crecer desde que, tras su inesperada derrota en el 2004, el ahora presidente comprendió que solo alejándose del discurso radical de su mentor llegaría a la Moncloa. La distancia se hizo ya insalvable cuando, tras el segundo fracaso, en el 2008, Rajoy laminó todo vestigio de aznarismo en el discurso y la cúpula del PP. Y, sin embargo, hasta ahora Aznar se había limitado a lanzar alguna pulla aislada, sin mayor trascendencia, o algún consejo, siempre desatendido. La entrevista en Antena 3 es otra cosa. Casi una declaración de guerra. ¿Por qué ahora? Aunque haga de ello el centro de su desabrido discurso contra Rajoy, la subida de impuestos no es la clave del arrebato de Aznar. Entre otras cosas, porque Rajoy los subió hace ya año y medio. Y tiempo ha tenido el expresidente desde entonces para criticar al Gobierno.

La clave del desafío total está en lo nuevo. En la eclosión de Gürtel. En los papeles de Bárcenas. En los sobresueldos del PP. Aznar ya demostró que no se fía de la dirección popular cuando se adelantó a querellarse por la publicación de los papeles de Bárcenas sin esperar las directrices de Génova. El expresidente entendió que la estrategia de Rajoy pasa por desentenderse de lo que ocurrió en el partido antes de que él llegara a la presidencia del PP. Y algo de eso hay. No hay más que ver cómo Génova abandona al aznarista Eugenio Nasarre y rechaza responder por los 70.000 euros que recibió en sobres para su fundación Humanismo y Democracia.

Si Rajoy y los suyos consideran una deslealtad lo que ha hecho Aznar, este juzga como una traición que Rajoy no solo destruya lo que considera su legado político, sino también que no haga el mínimo esfuerzo por defenderlo de los ataques que recibe en el caso Bárcenas y en el de los regalos de Correa a su hija y a su yerno, o que pretenda descabalgar a su mujer, Ana Botella, como candidata a la alcaldía de Madrid.

Aznar no está cómodo siendo ninguneado en el PP. Por eso hace saber que Rajoy solo ha querido hablar con él una vez. Quiere que se le respete y se le defienda. Y por eso lanza el órdago. Sabe que no tiene posibilidades reales de que lo llamen para retomar el mando como ocurrió con el dictador romano Cincinato, con el que se comparó una vez por el hecho de dejar voluntariamente el poder. Pero el mensaje es que puede hacer mucho daño tan solo insinuándolo.

Rajoy dio claras muestras ayer de que no va a ceder. De hecho, humilló a Aznar equiparándolo como expresidente con González y Zapatero. Y, por eso, a esta batalla le quedan todavía capítulos por escribir.