Rotundo fracaso del asedio al Congreso, que acaba con violencia

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

A la convocatoria de los radicales solo acudieron unas 2.000 personas

26 abr 2013 . Actualizado a las 13:54 h.

Lanzamientos de objetos a los agentes, carreras, cargas policiales, detenciones. La convocatoria Asedia el Congreso, organizada por la Plataforma ¡En pie!, que congregó a apenas 2.000 personas, resultó un rotundo fracaso y degeneró en violencia, con enfrentamientos entre los antidisturbios y grupos violentos, que los atacaron con piedras y también quemaron contenedores.

La sede parlamentaria se convirtió en un búnker blindado a cal y canto por un espectacular despliegue policial de 1.400 agentes, lo que el Gobierno justificó porque los convocantes, el ala más radical de los indignados, son grupos antisistema violentos, según Interior. La participación resultó mucho menos numerosa que en otras ocasiones, ya que la convocatoria no estuvo respaldada por el movimiento 15-M.

Aunque la concentración se inició de forma pacífica, a partir de las 20.30 horas comenzaron los incidentes. La policía dispersó a los manifestantes que se hallaban en la plaza de Neptuno, después de que una decena de encapuchados arrancaran parte de las vallas de la carrera de San Jerónimo. Al tiempo una lluvia de litronas, latas de cervezas, piedras y petardos caía sobre los agentes. Los choques con pequeños grupos violentos siguieron durante la noche en Gran Vía, plaza de Atocha y de Cibeles.

La policía practicó 15 detenciones de manifestantes, mientras el Samur Protección Civil atendió por lesiones de carácter leve a 29 personas, de las que 13 son policías nacionales y 16 participantes en la protesta.

La intención de los convocantes era permanecer de forma indefinida en los alrededores de la Cámara hasta lograr la caída del régimen, con la dimisión del Ejecutivo, la disolución de las Cortes y de la jefatura del Estado. Sin embargo, a las 22 horas pidió a los manifestantes a través de las redes sociales que se retiraran de la concentración por el «insuficiente apoyo social».

Los grupos parlamentarios rechazaron o, al menos, se desmarcaron de la convocatoria por considerarla violenta. El presidente del Congreso, Jesús Posada, advirtió de que asediar y asaltar el Parlamento, lo que calificó de «atentado a la democracia», puede tener consecuencias para sus autores. El coordinador federal de IU señaló que no compartía los objetivos de la protesta que tildó de irreales y que podrían tener «tintes de violencia». El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, calificó a los convocantes de «grupos radicales, incluso violentos, claramente antisistema y extremistas» y afirmó que habían llamado a través de Internet al uso de «técnicas de guerrilla urbana» contra la policía. Según la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, detrás de la convocatoria estaban «los elementos más radicales de la extrema izquierda».