Montoro divide a PSOE y PP con su plan de déficit

Paula de las heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Galicia no quiere que se beneficie más a Cataluña

08 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«En tiempos de bonanza los déficits de las autonomías también eran asimétricos, pero entonces no le importaba a nadie», recuerda un antiguo responsable del departamento de Administraciones Públicas. Las cosas han cambiado. El anuncio del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de que aprobará objetivos de déficit diferenciados en función del PIB, de la capacidad de acceso a los mercados y de los esfuerzos económicos realizados en el 2012, ha puesto de manifiesto disensiones en el PP. Pero también en el PSOE.

Recelo en Galicia y en otras comunidades del PP. Montoro pudo comprobar el 21 de marzo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera los recelos de varias comunidades en las que gobierna su partido. Ni Madrid, ni Galicia, ni Castilla y León, ni Extremadura -que lograron situar su déficit por debajo del 1,5 % previsto en el 2012- están dispuestas a admitir sin más que territorios como Cataluña se beneficien a su costa de una relajación del objetivo inicial para el 2013 (el 0,7 %).

Andalucía, muy interesada. Esta autonomía, gobernada por el PSOE, aplaude la iniciativa. Su consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, siempre adujo que no era en absoluto «razonable» imponer a todos un objetivo uniforme en lugar de hacer como Bruselas, que modula en función de las situaciones por las que atraviesa cada país. A tenor de los criterios planteados por el Ejecutivo, los andaluces verán satisfechas sus demandas y podrán disponer de un margen de gasto superior. Sin embargo, en Ferraz reconocen su disconformidad.

Flexibilidad compartida. Rubalcaba se mostró partidario esta semana de que el Ejecutivo reparta con las autonomías el déficit adicional que pueda obtener en su negociación con la UE. El propósito del Gobierno es que del 4,5 % permitido a España este año pueda pasarse al 6 %. Hacienda se muestra ahora dispuesta a abrir la mano, a diferencia de lo que hizo en el 2012, cuando pese al pataleo de las autonomías reservó para la Administración central el punto extra de déficit concedido por Bruselas.

La manera de repartir, la clave. La cuestión es cómo se reparte ese desahogo. No es un tema menor, sobre todo si se tiene en cuenta que el Gobierno revisará las previsiones de decrecimiento del -0,5 % actual al -1 %.

Discrepancias en el PSOE. Y ahí es donde surgen las discrepancias entre los socialistas. Fuentes de la dirección del partido admiten que no ven con buenos ojos esa asimetría que abrazan, desde extremos opuestos, José Antonio Griñán y el PSC. En la dirección del partido sostienen que económicamente hay poco que ganar y políticamente mucho que perder.

El trasfondo, limar roces con Cataluña. Lo cierto es que, en buena medida, lo que busca el Ejecutivo es atemperar un problema político, las tensiones con Cataluña, y también económico, dado que la comunidad gobernada por Artur Mas, asfixiada por una deuda de 50.000 millones (el 26 % del PIB), es uno de los motores económicos de España.

Peor escenario que para Zapatero. Rajoy se enfrenta a un escenario similar al que vivió Zapatero en el 2009, con una salvedad, la situación económica es peor y sus barones han demostrado ser mucho más beligerantes en la defensa de los intereses de sus territorios.