Una tarde con mucha menos sangre de la que se esperaba

G. B. / E. C. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

21 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Se esperaba que corriera la sangre en el Congreso a costa de Bárcenas, Mato y Sepúlveda. Pero la cosa no fue ni mucho menos para tanto. El combate entre Rubalcaba y Rajoy a costa de la corrupción tuvo algunos intercambios de golpes bajos, pero la sensación general es que ni uno ni otro quisieron bajar a la arena para no quedar cubiertos de lodo. Hubo que esperar a Cayo Lara para escuchar frases subidas de tono, como esa en la que el portavoz de IU vino a acusar al presidente del Gobierno de haber hecho trampas en las elecciones por financiarse de manera ilegal. Rubalcaba comenzó nervioso, pero se fue afianzando. Es cierto que no era fácil concentrarse cuando antes de subir a la tribuna tuvo que leer las declaraciones del líder del PSC, Pere Navarro, pidiendo la abdicación del rey. Eso es un amigo. Por lo demás, la tarde tiró a plúmbea, con Rajoy adormeciendo al personal en cuanto fue consciente de que la faena estaba hecha. Antes, por la mañana, el líder del PP había colocado el discurso más largo de un presidente del Gobierno en democracia. Y desde ahí, ya todo fue retraso. El presidente del Congreso, cada vez más autoritario, se tuvo que emplear a fondo para cortar a más de un portavoz.