Llega la Supercopa del rescate

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Fue el inefable Jesús Gil el que mejor retrató el escenario: «El palco del Santiago Bernabéu viene a ser como las cacerías del Caudillo»...

02 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Fue el inefable Jesús Gil el que mejor retrató el escenario: «El palco del Santiago Bernabéu viene a ser como las cacerías del Caudillo». A saber, un totum revolutum de ministros, banqueros, empresarios y famosos. Desde José María Aznar y Alberto Ruiz-Gallardón a Rodrigo Rato, de Fernando Fernández Tapias a las cúpulas mediáticas de Madrid, con Rafa Nadal y Emilio Butragueño como guindas. Una especie de lonja de contratación de influencias y relaciones de muy alto nivel al alcance de unos pocos. O no tan pocos. El palco del Nou Camp tiene 140 plazas. Florentino Pérez, que revisa personalmente la lista de sus invitados, consciente del gran valor estratégico de ese espacio, amplió el palco del Bernabéu a 400 asientos. Allí, durante la previa y el descanso del partido, en el inmenso antepalco, se puede arreglar media España, abriendo negocios y cerrando citas. No hay escenario similar en España en el que se fusionen por unas horas salones del Congreso, pasillos de los ministerios, comidas de empresarios y hasta las tertulias del Café Gijón. El fútbol es aquí convocatoria y coartada.

El miércoles por la noche, con la vuelta de la Supercopa en juego, se palpaba la tensión: si el Madrid perdía, habría que pedir el rescate, no a la señora Merkel, sino al endeudamiento, al parecer sin límite, del club blanco. La directiva del F. C. Barcelona, más provincial, a la que este tipo de saraos asusta, se refugió en una amplia sala que se cede al equipo visitante. Solo Sandro Rosell, el más global de los presidentes que tuvo la entidad, Carles Vilarrubí y alguno más se atrevieron a mezclarse en los corrillos que hablaban de fútbol, pero sobre todo de economía y del calendario político. «Apuesto a que lo que tenga que pasar, pasará antes del 12 de septiembre, o a lo sumo del 15», suelta el hombre con más poder económico del Gobierno, después de Montoro y De Guindos.

«El error de Mariano»

El rescate se masca en el ambiente pero se afronta sin dramatismo, acaso porque, en realidad, el poder no está en juego. Con rescate o sin él mandarán los mismos. Al menos hasta que haya elecciones. «El error de Mariano fue esperar a que pasaran las andaluzas, en vez de actuar desde enero», sostiene otro alto cargo. «Igual espera ahora a superar las vascas y las gallegas de octubre», se especula. El rescate se da por descontado y se ve inminente, salvo la tentación de que no influya en la campaña de Galicia y Euskadi. Rajoy, ya se sabe, si puede retrasar algo, no duda. Pero la Supercopa del rescate, se coincide, está aquí.

Un destacado miembro del equipo de Rosell se incorpora al grupo para decir que hay otras fechas importantes cercanas y expresa su preocupación por el 11 de septiembre, fiesta nacional de Cataluña, en la que se espera una exaltación del independentismo muy pronunciada. «Soy catalanista pero, como muchos, estoy cansado de tener que demostrar mi catalanismo constantemente forzado por el clima que se va creando en Barcelona». Le agradecen su sinceridad y aprovecha para confirmar que Rosell no asistirá a esa manifestación. Laporta la hubiera encabezado. Artur Mas tampoco va, pero sí la mitad o más de su Gobierno, al que ha dado libertad para decidir. Citan a Alicia Sánchez-Camacho, la presidenta del PP catalán, que advirtió de que «se está gestando un choque de trenes». Cuidado.

La megafonía interrumpe las conversaciones. «Ocupen sus asientos. El partido comienza». Solo el fútbol paraliza España por un par de horas. Después, la vida sigue. Vence agosto, el IVA sube, Cataluña, Valencia y Andalucía piden su propio rescate y el Gobierno aprueba la quinta reforma del sistema financiero en un plazo de dos años. A saber si será la última. El gran rescate decidirá.

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