Quinielas sobre el sustituto de Rajoy

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Candidatos no faltan ni fuera del Partido Popular, ni dentro

19 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En el río de cenas del verano no solo se habla de crisis. También de nombres y quinielas. Ana Botella las ha animado porque no solo es la superalcaldesa de Madrid, cargo heredado de Alberto Ruiz-Gallardón, sino también la esposa de Jose María Aznar. Así que, cuando se le escapa que «el rescate de la economía española por Europa parece inevitable», su afirmación adquiere más valor, habida cuenta de la información privilegiada que maneja Aznar. Parecida a la de Felipe González, aunque sus análisis solo coincidan en que este Gobierno no lo está haciendo bien. Lo de Ana Botella será una indiscreción pero rompe la calculada ambigüedad de Mariano Rajoy. No hay que dramatizar pero es cierto que quienes tienen oportunidad de escuchar a Aznar en privado concluyen que él enfocaría las cosas de otro modo bien distinto. Lo cuenta con su seguridad habitual que hace creer que nada podría encantarle más que ser reclamado para hacerse cargo de la desnortada gobernación actual. En un país en el que no se divisa ningún Mario Monti, todo podría ocurrir, si la crisis se agrava.

La pregunta frecuente sobre quién sustituirá a Rajoy, si la situación va a peor, es expresión de la desconfianza que el Gobierno genera en el empresariado, la banca, las clases medias castigadas por los recortes y en diversos colectivos profesionales. Ya citamos el caso de los ingenieros industriales que creen que debería apostarse por reindustrializar y por innovar en vez de limitarse a recortar.

Vaya por delante que ante Europa conviene defender la estabilidad y que Rajoy continúe en su puesto. Es el piloto de un avión en el que volamos todos y un aterrizaje de emergencia sería peligroso. Sobre todo porque, una vez en tierra, no sabemos qué comandante se haría cargo de la aeronave. Candidatos no faltan ni fuera del Partido Popular, ni dentro. Esperanza Aguirre siempre está ahí dispuesta a emular a una Margaret Thatcher a la española. La intempestiva salida de Alberto Ruiz-Gallardón sobre el aborto, hace pocas semanas, cabe interpretarla como un recordatorio de su presencia en política. O sea, para mantenerse en las quinielas. En esas listas de sucesores de Rajoy a futuro siempre se colocó a Alberto Núñez Feijoo pero dirigentes socialistas y nacionalistas gallegos, como Abel Caballero o Francisco Jorquera, estiman que ya no es lo que era. Para Caballero, el balance de gobierno del actual presidente gallego no es presentable en Madrid, y augura que difícilmente le permitirá renovar su mandato en unos meses, aunque reconozca la indefinición existente en el PSdeG. Para Jorquera, «el PP sigue teniendo mayoría absoluta en el Parlamento pero no en la sociedad y quiere cambiar el número de diputados porque no lo ve claro». Otros dirigentes de ambas formaciones estiman que, a pesar del fuerte desgaste del PP, Feijoo resiste mejor que su marca.

Elecciones gallegas

En Madrid, en vísperas electorales gallegas, llama la atención la maniobra de alianza de todos los que suelen quedarse cerca del acta de diputado pero nunca entran en algunas autonomías, desde Izquierda Unida a Rosa Díez, más el ex líder nacionalista Beiras y otras formaciones disidentes de partidos varios. Los analistas conceden importancia al experimento gallego porque con una buena poda de egos se dibujaría para España un futuro parlamentario algo distinto con la irrupción parlamentaria de grupos de izquierda.

Pero como dice el profesor Manuel Castells, la principal dificultad en España es que aquí no existe una Syriza como en Grecia, la ascendente coalición radical de izquierdas. También ahí hay quinielas pero no se encuentra a nuestro Alexis Tsipras, el líder indiscutible de la candidatura.

Ya ven, estamos en verano y las quinielas florecen, pero cuando las cosas se gestan de verdad es en otoño y este otoño se anuncia muy movido.