La crisis entristece a España

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

29 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

En las pasadas Navidades se constató que el ambiente del país iba a menos, camino de la tristeza. No solo la austeridad de los neones familiares lo anunciaba. La cuesta de enero está siendo la más dura que se recuerda: las cifras de parados estremecen, las noticias económicas traen bombazos como el «cierre abrupto», según el Ministerio de Fomento, de las operaciones de la aerolínea Spanair. Y, mientras, el espectáculo de la Justicia mina la credibilidad de la ciudadanía en las instituciones democráticas.

En el caso de la Justicia, los extranjeros son el espejo en el que se refleja la incomprensión popular: colegas de otros países no salen de su asombro y destacan en sus crónicas y comentarios que nunca se investigaron aquí los crímenes del franquismo pero se enjuicia a quien, con mayor o menor tino procesal, intentó esa revisión judicial de la historia. El procesamiento de Baltasar Garzón es el peor anuncio publicitario internacional de la Justicia española. No lo entiende nadie, pero menos en Argentina y Chile, donde sus atrevidas actuaciones devolvieron la esperanza a los familiares de los desaparecidos y de los represaliados por Pinochet. Entretanto, en Valencia, Francisco Camps era absuelto por un jurado cuya decisión, de entrada, hay que respetar. Otra cosa es que la opinión pública, después de oír las conversaciones más bien esperpénticas entre Camps y Costa con el Bigotes, ya tenga su idea formada sobre lo que pasó en el vodevil valenciano. Más elementos para la tristeza.

Principios claros

¿Cómo afrontar estos tiempos difíciles? Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno, sostiene que «esta tempestad solo se puede cruzar en el bote salvavidas de los principios claros e irrenunciables». Ironiza que «igual que hay millones de personas en el mundo que creen que Elvis Presley sigue vivo, varios millones de españoles creyeron que Rajoy iba a solucionar lo del paro enseguida». Lo dijo ayer en el homenaje a Roberto Dorado, que fue director del gabinete de la Presidencia del Gobierno con González durante once años y que fue el creador del propio gabinete, del refugio atómico en la Moncloa y del gabinete de crisis.

La España que necesitamos

Rajoy se ha encontrado con una situación dramática, y que Dios lo ilumine para que acierte con la salida. El presidente del Gobierno habla poco, pero lo hace con claridad en su artículo del libro La España que necesitamos, que se presenta mañana en Madrid, en el que 130 españoles notables, desde Zapatero a Isidro Fainé, desde Aute a Patxi López, escriben sobre nuestro futuro. Rajoy sostiene que la recuperación de la ambición reformista es imprescindible para superar la crisis. «Hoy más que nunca -escribe el presidente- gobernar para todos es reformar, porque las reformas producen beneficios para todos. Son indispensables para asegurar una sociedad avanzada». Llama la atención que en el mismo libro, y sin conexión entre ellos, Zapatero también reflexiona sobre La España de las reformas en el horizonte 2020.

Superada la crispación preelectoral y conviviendo con las euforias y las depresiones de los resultados, aparece la imagen de un PP y de un PSOE más próximo en su análisis de lo que cabría imaginar. Otra cosa es que son tantos los privilegios acumulados en años de bonanza y de escasa gobernación eficaz de la sociedad española y que ahora se escuchen tantos lamentos de quienes no quieren retroceder en sus posiciones.

La visión de Pujol

Jordi Pujol, que en sus discursos suele incorporar imágenes y testimonios de personas de la calle, explica que los pescadores de Vilanova i la Geltrú, en esos días en los que el mar anda revuelto y arroja porquería a las playas, dicen que «el mar de tanto en tanto se purga». Eso es más o menos lo que está sucediendo en España ahora: una purga de caballo que dejará el país debilitado pero en condiciones de recuperarse. Recuperaremos la sonrisa como sociedad por más que ahora el semblante sea de tristeza.