Adivine qué impuestos subirán

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Los ciudadanos han perdido la confianza en un Gobierno que no sabe adónde va y una oposición que no le indica el camino

13 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Tal y como están las cosas, entre las menguadas audiencias televisivas y las constantes rectificaciones gubernamentales sobre subidas de impuestos, no estaría mal crear un nuevo concurso: Adivine qué impuestos subirán , o algo así. Blanco anunció que, desde luego, no aquellos que afecten a las clases medias y a los más necesitados; Zapatero adelantaba después que subidas, solo para las clases altas; días después aceptaba que los indirectos también, o sea, para los consumidores que somos todos; Elena Salgado dice que no le gusta la ecotasa francesa pero Zapatero vuelve de París y dice que igual la aplican, etcétera, etcétera. El asunto merece una quiniela o un concurso televisado porque no le falta emoción e intriga.

La deducción popular de todas estas contradicciones y rectificaciones es que el Gobierno está desorientado en el tratamiento de la crisis. Y la oposición, por desgracia, critica pero no aporta soluciones. Se vio esta semana en el Congreso y se aprecia a diario. Zapatero no sabe bien adónde va pero Rajoy solo le dice que se está equivocando sin indicarle el camino correcto. «Por primera vez desde hace tiempo -admite con preocupación Esteban González Pons - la encuesta del CIS ya reconoce ese desencanto ciudadano con los políticos. Estamos a la cola en prestigio».

Que se lo digan a los del tripartito catalán - Montilla , Carod Rovira y Saura -, abroncados el viernes en la festividad de la Diada Nacional por despedidos de Roca y de Nissan, entre otros. Ellos, enredados en asuntos identitarios, centrados en el Estatut y la futura sentencia del Constitucional, y la gente, en la calle pidiéndoles que se ocupen de la crisis, que es lo que verdaderamente importa. La distancia aumenta.

Menos mal que la OCDE acaba de dar ánimos y dice que hay indicios de recuperación. Incluso para España, donde la semana terminó con la suspensión de pagos de Nozar, otra de las grandes inmobiliarias que padecía graves dolencias financieras desde hace tiempo.

«La Bolsa va bien y eso anuncia que saldremos de esta sin demasiada tardanza», pronostica el catedrático y alcalde de Vigo Abel Caballero . Sin embargo, un alto cargo de Telefónica, que acaba de firmar un acuerdo de gran trascendencia con la compañía de teléfonos de China, es más pesimista: «Me visitó un asesor de primer nivel que venía de reunirse con Sarkozy y volaba a Londres para encontrarse con Brown y me aseguró que nos tendrían que ayudar mucho desde fuera para salir. Lo malo es que ya veremos cuándo podrán hacerlo porque antes tienen que arreglar lo suyo».

Con ese panorama, el presidente se dispone a atravesar el campo de minas que lo separa de enero, cuando asumirá la presidencia europea durante medio año. Los presupuestos serán un calvario, aunque el PNV ya viene frenando en su escalada verbal gracias a que no se le desaloja de la Diputación de Álava. Son siete diputados de oro que, sumados a alguno de izquierda, evitarían el naufragio.

Lo más duro para el Gobierno, aunque le cueste reconocerlo, es la desafección de la prensa y de la radio que sostenían sus argumentos, aunque con matices y alguna discrepancia. La profunda recomposición del mapa de la comunicación en España con la televisión de pago, siempre en cabeza de todas las batallas, ha conducido al momento de mayor aislamiento de Zapatero en los medios.

Lo sorprendente es que, con ese panorama, el PP no se dispare en la intención de voto. Decrece la confianza en el Gobierno pero no funciona el tradicional vaso comunicante entre los dos grandes partidos nacionales. Solo crece la crispación y el mal estilo que en el Parlamento andaluz, por ejemplo, llega a niveles de grosería inauditos, según reconocen políticos de todos los partidos críticos con esa degradación ambiental.

El episodio estadounidense de esta semana, con Obama dando las gracias en el Congreso a McCain y el Partido Republicano obligando a un parlamentario a disculparse ante la Casa Blanca por haber llamado «mentiroso» al presidente, ha sido intensamente comentado en este país, deseoso de que sus políticos ofrezcan más soluciones que palabras gruesas o acusaciones mutuas constantes sin horizonte.