El peor escenario para el Gobierno

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

El paro desbocado sitúa a Zapatero ante el más negro panorama socioeconómico, que se complica aún más con la dura negociación sobre la financiación autonómica.

27 abr 2009 . Actualizado a las 19:58 h.

Menudo impacto. Superar los cuatro millones de parados cuando aún resuenan las declaraciones confiando en que no se alcanzarían a fin de año ha supuesto un mazazo que abona la crisis psicológica del país. Es esta una tercera crisis, superpuesta a la de la economía española y la financiera internacional. Nunca un Gobierno de la democracia se había enfrentado a un escenario peor.

Ante esos datos, se han disparado las peticiones. La patronal quiere abaratar los despidos, lo que niega el Gobierno porque entonces los parados no crecerían a razón de nueve mil por día, o uno cada seis minutos, sino que podrían doblarse. Varios grupos políticos y algunos banqueros, como Francisco González, del BBVA, piden un gran acuerdo nacional, algo así como unos nuevos Pactos de la Moncloa como los suscritos en 1978 para afrontar la crisis de entonces, sin duda menos profunda que la actual. El Gobierno ha respondido que «el diálogo social es el camino para resolver la situación». Se verá.

Así las cosas, la política viaja en paralelo al gravísimo problema de la economía, centrándose en la financiación autonómica, los supuestos casos de corrupción que salpican al PP en las comunidades de Valencia y Madrid, y que tienen a Francisco Camps cada vez con aspecto de más deprimido, y la formación de los nuevos Gobiernos en Galicia, Andalucía y el País Vasco. «Confío en que todo terminará arreglándose antes del verano», comentaba José Montilla en la madrugada del viernes en la boda del editor Antonio Asensio, «pero hemos desperdiciado tristemente un año cuando nos podíamos haber ahorrado muchos problemas». Manuel Chaves prosigue su gira por autonomías tratando de tapar los problemas con nueve mil millones de euros adicionales que costará sangre sudarlos en los Presupuestos del Estado. Pero la pacificación no se divisa, ni por el importe de lo prometido ni por las fechas. El 12 de mayo se celebra el debate del estado de la nación y el PNV está indignado porque al día siguiente se juega la final de la Copa del Rey (Atléthic de Bilbao- Barça). «Será la primera foto de Zapatero con Patxi López y quiere tapar así ese debate que seguro que no le va bien», afirman los nacionalistas.

En Galicia se elige al sucesor de Touriño en el PSdeG mientras Núñez Feijoo, nuevo presidente de la Xunta, a la espera del estreno de la oposición, cosecha críticas entre partidarios que no quieren identificarse. «Vaya organigrama para alguien que viene de presidir Correos, sin vicepresidentes y con nueve departamentos -Deporte, Medios de Comunicación, etcétera- dependiendo directamente de él; no se fía de nadie», sostienen voces presuntamente decepcionadas por el reparto de cargos. Núñez Feijoo ya apartó de las listas a la vieja guardia fraguista y parece consolidar esa senda renovadora. Probablemente acierte, porque mirar atrás no suele dar resultado.

Relevo en Andalucía

En Andalucía, la oposición ya estaba allí disparando cuando hizo su entrada en el Parlamento el nuevo presidente de la Junta, José Antonio Griñán, sucesor de Chaves. Javier Arenas trató de ningunearlo con un discurso en el que lo trató de «segundón» y hasta le llamó «señor Chaves». «Perdone, es que me costará acostumbrarme», le espetó en ese ejercicio artístico que tan bien se le da. Pero la respuesta de Griñán entusiasmó a los suyos. «Si Arenas pensaba que este hombre era un flojo, ya comprobó que parlamentariamente le supera», se entusiasman los socialistas. «Griñán era la única opción realista de sustitución», cree Montilla, cordobés de nacimiento.

Ha mantenido a algunos chavistas y se le ha criticado que nombrara a un portavoz del Gobierno demasiado mayor, con lo que la idea de renovación naufraga al menos visualmente, pero Griñán ha tenido el acierto de convencer a Rosa Aguilar para que cambiara la alcaldía de Córdoba por la Consejería de Obras Públicas. «No es una operación política contra Izquierda Unida sino una decisión personal», insisten en el PSOE. «Existía una excelente relación personal y política entre Rosa y Griñán», confirma el periodista Alfonso S. Palomares, que dirigió el diario Córdoba. Que Rosa Aguilar quería abandonar el barco se sabía. Griñán le facilitó un salvavidas de lujo.