María San Gil habló con el ex presidente del Gobierno José María Aznar el pasado domingo, cuando zanjó con la dimisión su pulso con la dirección nacional a cuenta de la ponencia política. Fuentes populares del País Vasco aseguran que Aznar telefoneó a San Gil. Un portavoz oficial del presidente fundador del PP confirmó la conversación, pero sin especificar a iniciativa de quién se produjo la llamada telefónica.
La crisis ha decantado dos líneas de pensamiento en el PP sobre los nacionalismos, la lucha antiterrorista y la idea de España. El sector aznarista es claramente partidario de San Gil y en esa línea se enmarcan los dirigentes del ala más dura, como Ángel Acebes, Jaime Mayor, Esperanza Aguirre y el propio Aznar, o el que fue su secretario general, Francisco Álvarez Cascos. En el otro extremo hay dirigentes jóvenes, aunque también muchos veteranos, pero firmes partidarios de un cambio de discurso. En este sector figuran marianistas y otros que no lo son tanto. En realidad, son mayoría los que piensan, en un ala y otra, que Rajoy no es capaz de devolver el poder al PP y creen que no llegará a las elecciones del 2012. «Tiene la vitola de perdedor y eso es ya casi insuperable», argumenta un dirigente territorial de larga trayectoria. Más allá de las adhesiones personales, el afecto y respeto que todos sienten por María San Gil, quienes apuestan por la renovación del discurso creen que la dirigente tomó sus propias decisiones, pero sospechan que en su ánimo pesó el respaldo moral de los aznaristas. «Todos estos no se mueven si el bigotes [por Aznar] no dice nada, María no se atreve si no se lo dice Jaime, y Jaime no hace nada sin contar con el bigotes», analiza en tono coloquial un muy antiguo compañero de todos los aludidos. Sin embargo, este planteamiento es rotundamente desmentido por fuentes cercanas al presidente del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, que dicen que él se limitó a prestar su «apoyo y cariño a María, como ha hecho siempre».