Un Peter Pan que aspira a ser el capitán Garfio

Magis Iglesias

ESPAÑA

11 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Esteban González Pons fue el senador más joven de España en 1993, cuando tenía tan solo tenía 29 años, y vuelve ahora a la dirección nacional cuando ya peina canas. Es un aventurero de la política en un partido conservador. Un diputado que ahora concita el consenso de todos en su partido porque pertenece a una nueva generación de dirigentes de la derecha más moderna, aunque cuenta con pedigrí acreditado a base de que mamó el aznarismo en sus primeros años entre los populares, como portavoz en el Senado y secretario de Política Autonómica del PP entre 1999 y el 2003.

Es capaz de encandilar a sus potenciales votantes con su verbo florido; vive un romance indisimulado con los medios de comunicación y dispone de recursos teatrales suficientes como para ilusionar hasta a sus deprimidos comilitones (tirios y troyanos lo querían como portavoz en el Congreso o en el partido).

Al mismo tiempo, es un peligroso enemigo político, especializado en zancadillas, entradas sucias y veneno a domicilio con el que mata a sus piezas suavemente y sin escándalo. Y si no que se lo pregunten a Eduardo Zaplana, una de sus víctimas, al que abatió en fiel servicio a su amigo y mentor político Francisco Camps.

González Pons es un Peter Pan que nunca crece, un eterno e intrépido joven que las sabe todas. Pero también puede ser el capitán Garfio. Bien lo sabe Fernández de la Vega, que lo conoció como competidor implacable en las últimas elecciones generales en Valencia. La vicepresidenta y candidata socialista sufrió un auténtico calvario en tan corto espacio de tiempo, lo que le valió a Pons el pasaporte para el nuevo cargo que ahora ocupará.