La cúpula del PNV liderada por Urkullu acorrala a Ibarretxe

ESPAÑA

26 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

José Luis Bilbao, diputado general de Vizcaya y hombre de máxima confianza del presidente del PNV, Íñigo Urkullu, lanzó el miércoles tres misiles a la línea de flotación de Juan José Ibarretxe. A saber: 1) el tripartito que preside está «agotado»; 2) la consulta que preconiza el lendakari solo se puede hacer en ausencia de violencia, y 3) hay que pactar con el PSE en vez de apostar por la acumulación de fuerzas nacionalistas.

Al día siguiente, Urkullu aprovechaba un acto en Madrid para avalar sus tesis de una forma u otra. No se trataba de una casualidad, sino de una operación perfectamente planificada por la dirección del PNV, cuyo objetivo es erosionar a Ibarretxe.

La humillante derrota del 9 de marzo ha sido el detonante de este cerco al presidente del Gobierno vasco. El PSE ganó al PNV por 125.000 votos y fue la primera fuerza política en las tres provincias, lo que encendió todas las señales de alarma. La posibilidad de perder el poder por primera vez en 30 años en las elecciones autonómicas que deben celebrarse dentro de un año se hace más real que nunca. El entramado peneuvista construido durante décadas, en el que se confunden el poder y los negocios, peligraba.

¿Quién es el culpable? Para el sector pragmático de Urkullu, que manda en el partido, no hay dudas: Ibarretxe y sus planes soberanistas. Por su parte, el empresariado vasco, sobre todo el de Vizcaya, base de poder de Urkullu y los suyos, está harto de la inestabilidad que provocan los continuos desafíos de Ibarretxe. Una amplia mayoría vería con buenos ojos una coalición PNV-PSE, que garantizaría sus intereses y sería bueno para los negocios.

Pero Urkullu no lo va a tener fácil para enterrar definitivamente el tripartito y neutralizar la consulta de Ibarretxe. Su nombramiento al frente del partido, en sustitución de Josu Jon Imaz, fue fruto de un pacto entre el sector pragmático que lidera y el soberanista que encabeza Joseba Egibar, el hombre fuerte en Guipúzcoa, y en el que se alinea el lendakari. Además, la hoja de ruta de este figura en la ponencia política del PNV, porque así lo pactaron los dos sectores.

Urkullu se enfrenta a un dilema. Si tensa demasiado la cuerda corre el riesgo de que el PNV se vuelva a escindir, como sucedió en los años ochenta, cuando Garaikoetxea abandonó el PNV para fundar EA. Pero si no desautoriza y neutraliza a Ibarretxe, su partido perdería irremediablemente las elecciones, según su análisis.

En esta coyuntura, el líder peneuvista necesita a Zapatero. El acuerdo con el PSOE, tanto a escala estatal como vasca, es su tabla de salvación. Si lo cierra, podría vender que a cambio de mayor autogobierno o del blindaje del cupo vasco se aplaza la consulta. Su problema es que Zapatero piensa más en colocar a Patxi López en Ajuria Enea en el 2009 que en salvar la cara a sus rivales en el País Vasco.

La solución podría ser sustituir a Ibarretxe como candidato a lendakari y tratar de reeditar el pacto con los socialistas de hace veinte años.