ZP y Rajoy ya se ven en la Moncloa

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

La bolsa de ciudadanos indecisos puede alterar las urnas, aunque los partidos confían en que los debates televisivos ayuden a evitar un masivo voto en blanco

10 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

José Ramón Caso

, fiel escudero de Adolfo Suárez , experto en elecciones, era interrogado por empresarios el otro día en Madrid. Solo le sacaron un titular: «Está todo muy raro». No recuerdan los analistas otras elecciones tan raras. «Solo veo bolsas de cabreados por todas partes. Unos contra ZP y otros contra Rajoy por lo de Ruiz Gallardón . Unos por los obispos, otros por los trenes en Barcelona? Solo veo cabreo y abstención», añadió.

Sin embargo, en el equipo de ZP se respira confianza en renovar. Quizás más optimismo en la Moncloa que en el PSOE. Y en el de Mariano Rajoy nunca se han sentido tan cerca de recuperar el poder. Quizás más en el equipo del candidato que en el partido, donde algunas voces denuncian en privado que no todos apoyan al candidato lo que deberían: «Hay quien piensa más en la sucesión que en la victoria», advierte un ex diputado de la Asamblea de Madrid. Lo único seguro es que uno de los grandes partidos vivirá una noche dramática, porque con el baile de abstencionistas previsto -y no solo en Cataluña- la asignación de escaños puede ser cosa de locos.

Indecisos

Un empresario muy importante que trabajó en sus inicios con UCD cree que la exclusión del alcalde de Madrid pasará factura. «Aquella semana, según Pedro Arriola, el PP retrocedió dos puntos largos, aunque quizás había otros factores», señala. Confiesa que hoy no sabe qué votará, porque «ZP me pone de los nervios, Mariano debía haber resuelto ese conflicto en vez de dejarlo pudrir y Rosa Díez es tirar el voto». La bolsa de ciudadanos en similar dilema puede alterar las urnas, en las que no se descarta un voto significativo en blanco. Desde luego, en el País Vasco, donde la ANV suspendida lo propugna, en Madrid, por el conflicto citado y por los insatisfechos con este Gobierno, y quizás también en Cataluña, donde Pasqual Maragall lo promueve después de fracasar su candidatura del Partido Catalán de Europa porque nadie quiso subirse al barco. Si en las últimas elecciones el voto en blanco fue equivalente al porcentaje necesario para obtener en España dos diputados, quizás doble esta vez.

Los partidos confían, sin embargo, en que la tensión electoral decante a los indecisos y para ello los debates electorales en televisión ayudarían. Esta semana es la última para decidirse sobre ello. Desde mañana faltarán quince días justos para el primero, ya que PSOE y PP acordaron celebrarlos el 25-F y el 3-M. Un acontecimiento así, por su trascendencia, no lo improvisan ni los políticos ni la televisión.

Entre tanto, Zapatero busca aliados, quizás para no tener que recurrir a los mismos de esta legislatura. Le ha preguntado a Convergència i Unió si estaría dispuesta a gobernar. Desde Cataluña, Jordi Pujol ha respondido que solo aceptará acuerdos puntuales y, sin embargo, su candidato, el democristiano Duran i Lleida , quien suspira por una cartera ministerial desde hace años, le ha dicho que sí. Sería para su formación una valiosa recuperación de poder, porque la salida de la Generalitat después de 23 años los ha colocado en una situación difícil de sostener.

Los canarios han resuelto el capítulo de alianzas más fácilmente: apoyarán con sus diputados -ahora tenían tres y antes cuatro- al partido que gane el 9 de marzo. Sin manías.

Otra sorpresa que pueden traer estas elecciones es una reducción todavía mayor de Izquierda Unida. Carod Rovira , quien admite que su formación puede retroceder, cree que le puede suceder lo mismo a IU. Lo previsible es que, tal como anunció José Blanco , la nueva legislatura sea la que cuente con menor representación de nacionalistas en la Cámara.

Así están las cosas. Las encuestas dan esperanzas a todos, incluidos los grupos pequeños, pero la noche del 9 de marzo se anuncia amarga. O Zapatero o Rajoy no dormirán en la Moncloa.