Entrevista | Víctor Coyote Partícipe de la movida, el polifacético pontevedrés considera que la capital se construye con la numerosa gente que viene de otras comunidades autónomas y países
06 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.Aunque la vocación de pintor encaminó sus pasos hacia Madrid, fue la exultante paleta de colores y ritmos que reinaba en el panorama musical de los ochenta lo que terminó de capturar a Víctor Aparicio (Tui, 1958). En plena movida madrileña, fundó el grupo Los Coyotes y triunfó con canciones como Esta noche me voy a bailar y 300 kilo s. Igual que no se pueden poner diques al mar, la prolífica creatividad del pontevedrés le llevó por otros derroteros: es un prestigioso y solicitado diseñador gráfico y produce videoclips y documentales. Todo esto, sin olvidar su faceta musical, en la que continúa apostando fuerte. Igual que en los dibujos animados, el Coyote nunca para. - Al ser tan polifacético, ¿considera que las disciplinas artísticas beben unas de otras? -No es que sea una necesidad o máxima. Cada uno debe trabajar o hacer lo que quiera. Me gusta mucho Giorgo Morandi, que siempre se dedicó a pintar. Lo que vale para mí, que también es fruto de mis inquietudes, de que no puedo quedarme sin hacer nada, puede no servir a otros. No sólo admiro a la gente que hace muchas cosas, también a los que hacen solo una. - ¿Cuándo se estableció en Madrid? -Después de la muerte de Franco. Vine a estudiar Bellas Artes, ya que sólo se podía hacer aquí. Mi pueblo se me había quedado un poco pequeño, me parecía que en cualquier otro lado habría más diversión. Lo hice por eso, por la necesidad de ampliar horizontes. - ¿Qué encontró en esta ciudad para quedarse? -En aquella época, en algunos aspectos era diferente a lo que es ahora, había menos marroquíes, chinos o africanos, pero en cambio, había zaragozanos, murcianos, gallegos, vascos y andaluces, lo que es una diferencia fundamental. Antes se venía de fuera con la cesta de los chorizos, mientras que en la actualidad se viene con una mano delante y otra detrás. Me gustó una cosa que todavía tiene Madrid: la aceptación con la que acoge a los del exterior. Es una ciudad que se construye con la gente que viene de fuera. - ¿Cómo se adentró en el mundo musical? -Me gustaba la música y tocaba un poco la guitarra, estaba muy interesado por el mundo del rock. Era cuando comenzaba la movida, habían salido los punks y se pensaba que cualquiera podía tocar, así que lo hice. Y es verdad que cualquiera puede tocar, igual que hacer una exposición de arte o un corto. Esto se aprecia hoy también. - Pero lo difícil es llevar una carrera comercial. -Claro. Es fácil hoy en día hacer cualquier cosa. Warhol puso una cámara ante un tío que estaba durmiendo e hizo una película. A la hora de hacer las cosas, a veces no es tanto el dinero como la voluntad. Evidentemente, seguir una trayectoria comercial es más complicado. Si me mantengo en el mundo de la música, es por empeño mío, no porque haya sido un medio de vida, unas veces sí y otras veces no. - ¿Contempla esa época con cierta nostalgia? -Con nostalgia recuerdo pocas cosas, creo que la edad de doce años, cuando tenía el verano para disfrutar sin ninguna preocupación. A lo mejor es lo único por lo que siento algo. Los ochenta no, sería en su caso una añoranza platónica, puesto que revivir todo eso otra vez sería un poco aburrido. Me lo pasé muy bien, la ciudad estaba muy divertida, había una serie de gente que hacía cosas interesantes. No lo recuerdo con mucha nostalgia. Ahora tengo unos proyectos más interesantes.