El Príncipe no lo tiene ganado

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

22 may 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Superada la boda y a la espera del bautizo que garantice la continuidad de la Corona, se puede constatar que el futuro Rey tiene mucho trabajo por delante para asegurarse el trono sin rozamientos, e incluso, sin sobresaltos. No es previsible que intenten desestabilizarlo los monárquicos ofendidos por elegir como futura reina a una plebeya, ni los ultracatólicos escandalizados porque se haya casado con una divorciada, ni tampoco que se divise en el horizonte a cualquier Carod Rovira como futuro presidente de la República española. Ni siquiera catalana. Es una cuestión crucial, más de la ciudadanía en general que de grupos concretos, que un amigo del rey Juan Carlos -realmente uno de los amigos de mayor confianza- resume a La Voz: «El Príncipe está bien, pero no es su padre. Y tendrá que saber que Juan Carlos ha sido el primer Borbón de la historia de España querido realmente por el pueblo. Debe actuar en consecuencia». Ciertamente se constata que la boda del heredero, imprescindible para asegurar la continuidad de la Monarquía, ha reabierto un debate hasta ahora apenas percibido, sobre la solidez de la forma de Estado que fija la Constitución de 1978. Y no sólo en privado. Mientras en algunas televisiones nacionales ha proseguido estos días el agotador y rancio debate sobre si doña Letizia era la persona adecuada por su origen y su pasado, en un programa tan popular como el que dirige Josep Cuní en la autonómica catalana se decían el viernes cosas como ésta: «La monarquía no tiene futuro y el Príncipe tiene que hacer algún gesto hacia la España plural aprendiendo a hablar catalán, gallego y euskera incluso». Era la opinión de la escritora balear Maria de la Pau Janer . Allí mismo, Enric Marín , un profesor de Esquerra Republicana que acababa de ser nombrado secretario de Comunicación de la Generalitat, tras la crisis del famoso informe sobre la prensa, sostenía que las monarquías -no sólo la española- desaparecerán en el siglo XXI a menos que «el nuevo monarca trate de adaptarse a la modernidad». Lo dijo el viernes y toma posesión mañana. Y todavía Rafael Nadal analizaba la cuestión con gran clarividencia: «El rey Juan Carlos tiene un pacto sentimental, un pacto no escrito con la sociedad española. El Príncipe, si quiere perdurar, tiene que renovarlo, debe conectar con la España plural». Esos son debates delicados, pero serios y respetuosos, bien alejados del jaimepeñafielismo con que algunos programas desestabilizan la Monarquía española, seguramente sin saberlo, a base de agitar a la opinión pública en busca de audiencia. Ese debate serio, que va a más en artículos de opinión y en tertulias medianamente constructivas, está en el fondo reclamando del príncipe don Felipe un giro en su vida. Es magnífico que sea el heredero europeo mejor preparado; tranquiliza que se haya casado por fin porque en su soltería incumplía una parte vital de la tarea de continuidad encomendada y dejaba el futuro de la Corona en el área del matrimonio doña Elena de Borbón-Jaime de Marichalar , y esa hipótesis estremecía incluso en las proximidades de la Casa Real. Todo eso está bien. Pero ahora hay que trabajarse el trono renovando ese pacto de don Juan Carlos con la sociedad española. Cierto que las circunstancias son bien distintas: Franco se saltó a don Juan de Borbón en la línea de sucesión para evitar la democracia y preparó a su hijo para una Monarquía autoritaria. Llegado el momento, don Juan Carlos abrió la puerta a la democracia con la ayuda de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda ante el asombro de todos. Por eso es el primer Borbón querido de la historia de España. Ojalá don Felipe -y nosotros con él- no tenga que tomar jamás una decisión tan trascendente, ni pasar una reválida como el intento de golpe de Estado del 23-F. Pero de algún modo deberá conectar sólidamente con la ciudadanía y no sólo por las páginas de la prensa del corazón y algunos actos institucionales. Ante esa tarea la primera cuestión clave a preguntarse es, justamente, ¿sabe don Felipe que las cosas están así o cree que ya lo tiene todo ganado y fácil? Lluis Reverter , hombre clave de Narcís Serra en Defensa, ha respondido a esa pregunta de La Voz. Persona próxima a la Familia Real desde que ocupó el cargo de secretario general de la Presidencia del Gobierno y actual jefe laboral de doña Cristina en la Fundación La Caixa, confirma que él mismo ha hablado de este asunto con el Príncipe Felipe. Orgulloso cuando narra que para su sorpresa no fue la infanta Cristina, sino don Felipe, quien lo incluyó en la lista de invitados de ayer, afirma rotundamente: «Yo le he dicho, y no sólo una vez, a don Felipe que el trono tiene que ganárselo, que no está todo hecho. El lo admite y lo hará». Ojalá sea así, y para ello habrá que empezar por darle trabajo regular porque «ahora mismo, con treinta y siete años y una preparación envidiable, el Príncipe no tiene agenda de ejecutivo, sino pocas cosas, como la representación en las tomas de posesión de los presidentes latinoamericanos. Pero eso es poco». El entrecomillado pertenece a la catedrática Carmen Iglesias , una de las personas que acaso más quieran al Príncipe como un hijo, por su tutoría permanente, y es público que le corresponde en su afecto. Así que casado el Príncipe, por fin, habrá que dejarle espacio para que se gane el trono y aporte la estabilidad que este país desea.