Oculto en el infierno de la Segunda División francesa ¿en el Estrasburgo¿, José Luis Chilavert no atraviesa su mejor momento. Incluso ahora, a sus 36 años, su imponente personalidad ¿tan exuberante como su físico¿ necesita de un acontecimiento de primer nivel para seguir fiel a las que han sido compañeras de viaje en su trayectoria deportiva: la polémica y la obsesión ¿casi enfermiza¿ por el gol. Y que mejor ocasión que una Copa del Mundo, la última de su carrera, para que el lenguaraz paraguayo dé rienda a sus habituales provocaciones. En la Liga española desembarcó con apenas 23 años, pero entonces, en el Zaragoza, no dejó demasiados detalles para la posteridad: sólo un buen número de tarjetas amarillas ¿19 en los 79 partidos que jugó en tres temporadas¿ y un gol con recochineo, ya que tras marcar de penalti a la Real Sociedad ¿el 28 de enero de 1990¿ encajó otro mientras lo celebraba. El cuerpo y el alma de la selección de Paraguay ¿dicen que es el responsable de las convocatorias y de las alineaciones¿ alimentó aún más su leyenda en la Liga argentina. Allí vivió sus mejores días, en el Vélez de Bianchi. Disparó todos sus dardos ¿insultos, penaltis o faltas directas¿ contra todo lo que se movía: Mono Burgos, Navarro Montoya, Bonano ¿«vulgar»¿o incluso Maradona. Pero además de un provocador ¿«sin Chilavert, el espectáculo pierde», afirmó Bielsa¿, el capitán de Paraguay fue el mejor portero del mundo en los años 95, 96 y 97. El único guardameta que piensa más en la portería contraria que en la propia ha acumulado más de 50 goles, pero nunca ha marcado en un Mundial. Esa es su asignatura pendiente; por eso le dolió tanto la sanción que le impidió estar en el debut de su equipo en Corea y por eso ¿y porque además conoce muy bien las debilidades españolas¿ acusó a España de no haber ganado a nadie. También ha confesado que su gran deseo es marcarle un par de goles a Casillas. Incluso ahora que Chilavert llama más la atención por su desmesurada gordura que por sus virtudes bajo los palos ¿ya cuesta abajo¿ su ascendencia sobre la selección es mayor. Ni el Toro Acuña ni Arce, dos especialistas; las faltas, en la selección paraguaya, las lanza José Luis Chilavert, el dueño del cotarro, el barrilete bravucón.