Más que unas elecciones, ha sido como un ERE

Manuel Campo Vidal

ELECCIONES 2016

Lo inesperado es que la lista de personalidades ancladas al poder que han pedido la baja o serán despedidas incluye a Fabra, Monago, Cospedal, Aguirre, Barberá o Rudi, algo que no estaba en las previsiones

31 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Se veía venir y se avisó en estas crónicas. Pero aun así, algunos extremos no dejaron de sorprender y al final la liquidación de personal será superior a lo previsto. Que ganaran las mareas al PP en A Coruña no se esperaba, y que el alcalde que puede ser elegido en Zamora sea de IU, tampoco. Es casi exótico, aunque se explique porque una parte de la derecha protestara quedándose en casa. Pero lo inesperado es que la lista de personalidades ancladas en el poder que ahora han pedido la baja, o que vayan a ser despedidas por la ciudadanía y los pactos, incluye a los presidentes autonómicos de Valencia, Baleares y Extremadura, además de las señoras Cospedal, Esperanza Aguirre, Rita Barberá y Rudi. Todo no estaba en las previsiones. Algún nombre sí, pero no tantos. Por eso decimos que más que unas elecciones ha sido como un ERE. Rajoy nunca hubiera tomado decisiones tan drásticas para renovar su partido.

Bienvenidos, por tanto, a la España de los pactos. Eso es lo que ha pedido rotundamente la ciudadanía. Entiéndanse, limpien esto y arréglenlo. Así que unos y otros tienen que rebajar humos y seguir un curso de pactos por correspondencia urgente. Ciudadanos ya ha empezado: retira su exigencia de que, para pactar con el PP, ese partido deba celebrar primarias para elegir candidatos. Cada uno organiza su casa como mejor entienda y no debe dar órdenes en la ajena. Primer paso positivo. Podemos y sus marcas blancas que han ganado Madrid, Barcelona y Zaragoza, salvo pactos acrobáticos, deberá rebajar pretensiones. El PSOE, vigilar a quién reparte abrazos, y el PP, admitir que este ya es otro país. Solo así avanzaremos.

Y los nuevos gobernantes, Ada Colau o Manuela Carmena, por ejemplo, no perjudicar el desarrollo de sus ciudades en la recuperación económica. Colau y Carmena no son lo mismo, como España y Grecia tampoco, pero cuidado, que todo es muy frágil. Es riguroso decir que Manuela Carmena es una exjueza bien considerada en sectores intelectuales, que habría muerto de no haber faltado a la reunión de los abogados de Atocha en la que la ultraderecha hizo una masacre en enero del 77; mientras que Ada Colau, con todo respeto, ha hecho su carrera como activista. Carmena, con su marca Ahora Madrid, que incluía a Pablo Iglesias, sacó en la ciudad 130.000 votos más que Podemos en sus papeletas para la Comunidad de Madrid. Esa es una pista interesante. En Barcelona se teme ahora que la pujanza de la ciudad se corte y que el Mobile World Congress se vaya a Berlín porque la probable alcaldesa ahuyente inversiones. Ya hay indicios de congelación de proyectos hoteleros. Pero la burguesía catalana, ahora escandalizada, debe admitir que Madrid tuvo con el PP su Gürtel y Valencia su aquelarre corrupto, pero nadie denunció en Barcelona el expolio de la familia Pujol. Nada es gratis y el silencio puede resultar caro.

Entretanto, Esperanza Aguirre, despechada, aunque lo disimule, porque obtuvo en Madrid menos votos que Cristina Cifuentes, la candidata popular a la comunidad, sigue empeñada en dar espectáculo. Genio y figura hasta la sepultura política: propuso hacer alcalde al socialista Carmona, el tercero de lejos, lo que fue rechazado en minutos. Y a saber lo que puede organizar antes de que Rajoy se envalentone y le monte una gestora para echarla de la presidencia del PP de Madrid. A ver quién se atreve a desahuciar a Esperanza del primer piso de la sede popular en Génova. Cuando abandonó sin previo aviso la presidencia de la Comunidad de Madrid se dedicó a trabajar como cazatalentos, ella que en su día fichó a los presuntos corruptos Granados y López Viejo para trabajar en su Gobierno. Vaya ojo el suyo y el de la empresa de cazatalentos que la fichó a ella. Todo un despropósito profesional concatenado.

Nos espera, sin duda, un mes de junio emocionante. Sin Liga y sin Copa, las quinielas deberían incluir quince casilleros con encuentros políticos reñidos. Ejemplos: Colau-Trias en Barcelona, Cifuentes-Gabilondo en Madrid, Cospedal-García Page en Castilla-La Mancha. Y para el pleno al quince, para la secretaría general del PP, Núñez Feijoo-Alfonso Alonso. O para la sucesión, cuando la haya, Feijoo-Soraya Sáenz de Santamaría. Aquí el que se aburre es porque quiere.