Los candidatos miran al cielo

Antía Urgorri Serantes
ANTÍA URGORRI REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES 2016

El tiempo en las pasadas citas electorales

En cuatro de las nueve citas electorales desde el 2003 llovió; los mayores niveles de abstención se alcanzaron en tres de esas jornadas lluviosas

16 may 2015 . Actualizado a las 13:10 h.

¿La meteorología afecta en el nivel de participación en unas elecciones? Existe la creencia generalizada de que un día de perros o, lo que es peor, un día estupendo de playa puede reducir la participación electoral y favorecer la abstención. Algunos estudios revelan que sí.

De las últimas nueve citas electorales en Galicia -3 generales, 3 autonómicas y 3 municipales desde 2003 a 2012-, cuatro estuvieron pasadas por agua. De esas cuatro, tres registraron los porcentajes de abstención más altos de ese período de 9 años. La participación más baja corresponde a unas elecciones municipales, las de 2007. Aquel 27 de mayo Galicia estaba bajo la influencia de una borrasca. Llovió sobre todo por la mañana y para ser primavera, la temperatura era muy baja, de 18 grados. La abstención fue del 36,5 %.

En segundo lugar se sitúan las últimas elecciones autonómicas. El 36,2 % de los gallegos decidieron no ejercer su derecho al voto el 21 de octubre del 2012. Los cielos estaban nubosos y cayeron chubascos aunque fueron aislados. Feijoo fue reelegido presidente de la Xunta.

La tercera cita con las urnas con más abstención desde el 2003 fueron otros comicios autonómicos, en este caso, los del 1 de marzo del 2009, en los que el PP arrebató el Gobierno gallego al bipartito PSOE-BNG. Dejaron de ir a las urnas el 35,6 % de los gallegos. Las elecciones se realizaron tres meses antes de agotarse la legislatura. Era invierno y un frente frío atravesaba Galicia, dejando lluvias intensas y frío, con una máxima que apenas alcanzó los 13 grados.

Si la lluvia puede minar las ganas de votar, lo mismo ocurre si el día es caluroso e invita a ir a la playa. De las últimas nueve citas electorales, aunque hubo jornadas de cielos despejados, solo una tuvo sofocante calor. Fue el 19 de junio del 2005. Fraga adelantaba, por primera vez en dieciséis años, los comicios rompiendo su tradición de celebrarlos en octubre. Al parecer, siempre elegía el otoño para convocar elecciones por el miedo que le daba que una jornada de buen tiempo y playa le restase votos. En el 2005 rompió con su tradición, eligió junio, se alcanzaron 28 grados y perdió los comicios. La abstención fue del 31,9 %. La cita con más participación fueron las generales del 14 de marzo del 2003 tras los atentados del 11-M (abstención del 23,89 %).

La previsión a medio plazo apunta de momento a que el próximo domingo habrá cielos despejados.

Algunos estudios apuntan a que el tiempo puede reducir medio punto la participación

Cartel que pedía la participación en el referéndum del Estatuto de Autonomía de Galicia en 1981
Cartel que pedía la participación en el referéndum del Estatuto de Autonomía de Galicia en 1981

Existen pocos estudios sobre el efecto real que el mal tiempo puede tener en la participación. Uno de los pocos que hay, elaborado por el profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid Joaquín Artes Caselles, que emplea datos de elecciones locales entre 1987 y 2011, revela que «en aquellos municipios en los que llovió el día de las elecciones el nivel de participación fue aproximadamente medio punto porcentual menor». La explicación que da es que los votantes deciden si acudir o no a las urnas «siguiendo un proceso de decisión racional en el que valoran los beneficios y los costes de tal acción». Esos beneficios serían que gane el partido que prefiere y la probabilidad de cambiar el resultado de las elecciones, que con un solo voto es ínfima. Los costes serían la incomodidad del desplazamiento, hacer cola o soportar las inclemencias meteorológicas. Cuando se considera que es mayor el coste de ir a votar que el beneficio, se decide no ir. Los partidos de izquierdas salen perjudicados: «Los conservadores se ven menos afectados por el aumento de los costes de ir a votar y son más propensos a ir a votar».