Ramón Guinarte, especialista en neurociencia: «En las primeras 24 horas olvidamos el 50 % de lo que estudiamos»

EDUCACIÓN

MONICA IRAGO

Este profesor lleva treinta años estudiando cómo funciona la mente y asegura que cualquiera puede tener un expediente de sobresaliente, pero sin perder el tiempo: «Para estudiar hay recursos mucho más potentes que repetir una cosa veinte veces»

04 jun 2022 . Actualizado a las 21:11 h.

Cuando Ramón Guinarte (Pontevedra, 1970) estaba en la universidad, tenía un compañero excepcional, de esos que memorizan todo a la primera con inusitada naturalidad. «Mi nivel académico era alto, pero me costaba mucho estudiar, así que me propuse saber qué pasaba dentro del cerebro», explica. Entró en la biblioteca y descubrió la obra de Tony Buzan, creador de los mapas mentales y uno de los mayores especialistas en el desarrollo de la memoria. Desde entonces, este pontevedrés lleva treinta años investigando el funcionamiento de la mente e impartiendo programas de Alto Rendimiento Académico. En el año 2021 alcanzó un gran éxito con su Sistema de Inteligencia Ortográfica (SIO), y ahora ha creado un nuevo proyecto que desarrolla las inteligencias múltiples de Gardner para optimizar la capacidad de nuestra mente. Su método, basado en el creado por el matemático francés Pierre Hérigone en el siglo XVII, permite procesar los números en forma de imágenes para facilitar la memorización.

—Muchos ansían una memoria prodigiosa como la de su compañero de la universidad. ¿Se puede conseguir?

—Yo estudiaba menos horas en mi último año de carrera que en primero de bachillerato y fui de los tres mejores expedientes de mi promoción. Entender qué pasa en tu cerebro te cambia la vida, y por eso nunca he dejado de explicárselo a mis alumnos.

—¿Sabiendo cómo funciona el cerebro, puedes sacarle el mayor partido?

—El cerebro funciona generando estructuras. La memoria está basada en sinapsis neuronales. Si a la mente le facilitamos un proceso de estructuración, va a trabajar muy bien. Tiene mérito Hérigone, se dio cuenta hace cuatro siglos de que es más fácil memorizar palabras que números.

—¿Los números son meras grafías?

—El método alfanumérico se sigue utilizando en todos los campeonatos de memorización. Hace años, un alumno mío estaba preparando las oposiciones para biólogo de la Xunta. Tenía que recordar las tallas máxima y mínima de todas las especies de nuestras aguas. Él decía que era imposible, que nunca podría recordarlo todo. Bueno, pues en un par de días se las sabía todas.

 Mis alumnos no leen dos veces la misma materia

—Usted creó primero un sistema para acabar con las faltas de ortografía. ¿Ahora va a por los chapones?

—El Sistema de Inteligencia Numérica (SIN) es una herramienta que facilita la memorización numérica prodigiosa y también el desarrollo de las inteligencias múltiples. Procesar los números en forma de imágenes es la clave.

—¿Cómo es su entrenamiento mental?

—Le asignamos a cada número del 0 al 99 una imagen, creando una especie de diccionario que te da las equivalencias entre unos y otros. Debemos tener en cuenta que nuestro cerebro procesa las imágenes en un hemisferio, mientras que los números son procesados en el otro. Con el SIN, al procesar los números en imágenes, hacemos que el cerebro realice un trabajo cruzado y para ello debe desarrollar toda una nueva red de estructuras neuronales.

—Probemos con un ejemplo.

—Si tuviera que memorizar la fecha del descubrimiento de América, 1492, sabes que el 14 es un toro, porque la ‘te’ vale 1 y la ‘erre’ vale 4. Y el 92 es un piano, porque la ‘pe’ vale 9 y la ‘ene’ vale 2. Así que esto lo vas a recordar para siempre con la imagen de Cristóbal Colón con un toro tocando el piano. A mayores, el libro contiene un sistema de entrenamiento para crear una especie de Matrix de nuestra realidad, asignando valores numéricos a todo el entorno del alumno que utilice el método.

—¿Merece la pena memorizarlo todo con tanta tecnología a nuestro alcance?

—Yo soy un total detractor de la memorización repetitiva. El proceso a seguir en el ámbito educativo es la memorización significativa, que cada cosa se entienda y que eso entre a formar parte de tu memoria y no se pierda. La clave es cómo procesar la información. «La memorización del loro» no tiene sentido.

—¿Cómo atrapar recuerdos especiales?

—Cualquier recuerdo con una intensidad emocional alta se va a mantener en la mente, porque está muy vinculado a la supervivencia. El cerebro lo capta como algo muy importante y lo retiene.

—Nuestro cerebro es listísimo.

—Tenemos una mente prodigiosa, pero viene sin manual de instrucciones. Encima la mayor parte de las veces operas contra la forma de trabajar de tu cerebro.

—¿Estamos sobreestimulados?

—Bueno, si estás muy estresado, estás más disperso, pero la cuestión es que nosotros introducimos en nuestra mente infinidad de datos cada día. Son cientos de millones de estímulos, palabras y datos que analiza nuestra mente inconsciente a una velocidad abismal. Lo que nos interesa es que sea la parte inconsciente de nuestra mente la que acabe asumiendo diferentes habilidades, sobre todo porque se estima que es entre cien mil y un millón de veces más rápida que nuestra mente lógica.

—Como cuando la rutina se convierte en un hábito y actuamos sin pensar.

—Todo lo que se repita un determinado número de veces, se automatiza, pasa a estar fuera de tu control lógico. Ahora mismo soy capaz de hablar con usted mientras estoy caminando, porque no me hace falta pensar en cada paso que doy, en mis gestos, en mi equilibrio, en mi ritmo respiratorio…

—¿No era que la repetición no valía?

—La que no vale es la repetición no significativa, que es cuando no entiendes lo que estás memorizando. Es necesario explicar lo que tienes que aprender y después seguir una estrategia de memorización, que no puede ser leer una cosa veinte veces.

—Pues eso nos funcionó toda la vida.

—Es cierto que si lees una cosa veinte veces, te acaba quedando, pero hay recursos mucho más potentes que esa técnica. Mire, mis alumnos no leen dos veces la misma materia nunca. La segunda vez que la leen, es una cosa distinta. Lo que tienes que hacer es destruir la información y volverla a construir.

—¿Lo de chapar se acabó, entonces?

—Chapar no tiene sentido. No puede ser que, al acabar la enseñanza obligatoria, solo se recuerde, en términos medios, un 20 % de lo que has memorizado. Y mucho de lo que has visto, lo has visto muchas veces, con lo cual es más grave aún. Eso no puede ser.

—Entonces, ¿todos podríamos llegar a ser alumnos de sobresaliente?

—Cualquier persona normal podría llegar a tener un expediente académico de sobresaliente, pero ahí influyen muchos factores: la motivación, el interés por el estudio, la adolescencia, las altas capacidades... Pero el conocimiento de los sistemas básicos de funcionamiento del cerebro te da muchas ventajas. No todos procesamos la información igual. En ti puede primar lo visual; en otra persona, lo auditivo; y en otra, lo sensitivo. En eso tiene toda la razón la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Cuantas más utilices, a más alumnos llegas y más sinapsis neuronales creas.

—¿Qué hacemos con el miedo del alumno a quedarse en blanco en un examen?

—El primer problema es el propio miedo a quedarse en blanco. Lo que pensamos genera de forma automática su equivalencia emocional. A mayores, una clase cargada de nerviosismo te acabará contagiando, al activarse tus neuronas espejo.

—¿Es mejor tomar notas o subrayar?

—Las dos cosas. El proceso de destrucción de la información se basa en identificar las claves del texto. En los márgenes del libro o de los apuntes deben tomarse notas, hacer dibujos, esquemas, etcétera. Eso genera más sinapsis neuronales.

—Prefiere al aplicado que al empollón.

—Se trata de no perder el gusto por el aprendizaje. Según Ebbinghaus y Buzan, en las primeras 24 horas olvidamos casi el 50 % de lo que hemos estudiado, y en las siguientes 24 horas perdemos un 40 % más. Es decir, en 48 horas te queda un 11 % y acabas teniendo que empezar a estudiar de nuevo para un examen. Olvidamos más cosas las primeras 24 horas que los siguientes treinta días.

—¿Y cómo combatimos el olvido?

—Hay que explicarle al alumno que esto tiene solución. Se trata de planificar unos repasos muy breves (más bien ojear) para mantener arriba el nivel de memorización y evitar que esas estructuras se disipen. Si no, es volver a estudiar lo ya estudiado y eso es desmotivador.