Educación para la Ciudadanía, inútil como asignatura

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

Imagen de archivo del primer año de Educación para la Ciudadanía en secundaria, en el curso 2008/09
Imagen de archivo del primer año de Educación para la Ciudadanía en secundaria, en el curso 2008/09 M. MORALEJO

Una investigación concluye que «simplemente, no ha tenido efecto» para hacer a los jóvenes más activos políticamente o más tolerantes

31 may 2021 . Actualizado a las 14:01 h.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) —y publicado en West European Politics— concluye que la asignatura de Educación para la ciudadanía (EpC) no ha sido útil, aunque tampoco negativa: «Simplemente, no ha tenido efecto». Lo dice el trabajo de Carol Galais y Enrique Hernández: los adultos que de jóvenes recibieron esta materia como asignatura propia (se aplicó entre el 2007 y 2017, aunque de forma escalonada) no son ni más activos ni más tolerantes que los demás, aunque sí algo más críticos con el poder, el nacionalismo y la democracia.

Carol Galais respondió por correo electrónico a unas preguntas de este diario y explicó que el estudio contrapone el contenido de EpC como «asignatura reglada e instaurada en el currículo como independiente y obligatoria» frente al «enfoque transversal que es lo que había en cierto modo antes y, sobre todo, después». Desde esta comparación, «la asignatura independiente y obligatoria no tiene los efectos esperados, sino los que señalamos en el artículo (algo más de espíritu crítico, nada más de motivación a la participación ni más tolerancia...)».

«A lo mejor un enfoque transversal es más efectivo que institucionalizar los valores»

Galais apunta: «Sigo creyendo en el potencial de la EpC» pero «el estudio da validez a la corriente que sugiere que, a lo mejor, un enfoque transversal es más efectivo que institucionalizarlos en una asignatura, porque algunos estudiantes (igual los que más faltos están de exposición a esos valores) generan rechazo a todo lo que venga envuelto en formato asignatura». También puede ocurrir que haya una «segunda posible explicación para esos efectos nulos o inesperados es la interacción entre contexto y asignatura: EpC se implementa en plena crisis económica y sigue durante una época rica en escándalos, por lo que de todo eso se habló en las aulas. Una alternativa es implementarla en un momento no tan crítico para que no ‘‘amplifique'' esos estímulos negativos que vienen del contexto político. La otra es probar con un enfoque transversal (que esto sí sabemos más o menos lo que daría, porque son el grupo de comparación de nuestros participantes), pero sin cambiar el resto del programa/objetivos/valores».

El estudio incluyó a adultos de diferentes edades, de los que 432 habían seguido en el pasado un curso de Educación para la ciudadanía. Sobre el papel «cabría esperar —comenta Galais en Twitter— que las personas que siguieron esa asignatura fueran hoy más “cívicas” (más comprometidas con lo público, más competentes políticamente, más informados, más leales al sistema político), pero encontramos que no. La asignatura, en cierto modo, fue contraproducente».

Por una parte, «no encontramos efecto sobre el interés por la política, tampoco sobre la frecuencia de discusión política, y sí algunos efectos positivos (pero poco robustos) sobre la eficacia política interna y el grado de conocimientos políticos».

En cuanto al sentido del deber de votar, «aquellos que siguieron la asignatura son sensiblemente más desconfiados hacia la política y están más insatisfechos con la democracia». Tampoco es mejor la situación al analizar la reacción de los adultos ante derechos y libertades: «EpC no hizo a la gente más tolerante hacia el matrimonio gay (pese a la férrea oposición del PP a la EpC por temas «morales» como este) ni cambió las percepciones de la inmigración.

«Son hoy menos españolistas y prefieren la libertad al orden»

Sí se detectó una variación: «Quienes siguieron la asignatura son hoy menos españolistas y prefieren la libertad al orden», pero «no parecen más propensos a desarrollar actitudes que los predispongan a la participación política».

Tampoco se puede culpar a los resultados del poco interés que hubo en algunas comunidades de poner en marcha la materia: «Sí tuvimos en cuenta la comunidad autónoma, y eso es importante porque entre las reticentes (las que empezaron más tarde, porque no les quedó más remedio)- seguramente abundaron aproximaciones superficiales a la EpC. Sin embargo, no hay grandes diferencias entre comunidades», escribe la investigadora Ramón y Cajal en el correo electrónico.