«Todos recordamos a algún compañero que no jugaba en el patio»

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

Gey Lagar, asturiana, es experta en atención a la diversidad en el aula
Gey Lagar, asturiana, es experta en atención a la diversidad en el aula MARCOS MÍGUEZ

Gey Lagar, experta en atención a la diversidad, enseña a los maestros a organizar recreos en los que nadie se quede sentado: más inclusión y menos conflictos

07 may 2019 . Actualizado a las 12:09 h.

«El patio siempre se consideró un tiempo libre, pero ahora queremos que sea de calidad para todos». Esa es la esencia de los programas de patios dinámicos, que Gey Lagar (Oviedo, 1974) enseña a poner en marcha a profesores de toda España. Esta semana estuvo en el Pazo de Mariñán, en las jornadas anuales de equipos directivos que organiza la Asociación de Directores de Colegios Públicos de A Coruña.

-Los patios dinámicos no supondrán el fin del fútbol en el recreo, porque sería un drama.

-En absoluto [risas]. Pero sí acotamos el espacio del fútbol, porque si no lo ocupa todo. Los patios dinámicos también respetan el recreo libre. Lo que suponen es una estrategia activa (y efectiva) para que todos los alumnos jueguen; no son recreos dirigidos, pero sí acompañados, animados.

-¿Hay muchos alumnos que no disfrutan del recreo?

-Cuando hacemos los talleres, todo el mundo recuerda a un compañero que no jugaba en el recreo. Eso sigue ocurriendo hoy.

-¿Cómo se consigue ese patio?

-Como resumen, digamos que hay cinco pasos que se deben seguir. El primero es analizar qué está sucediendo. Cuando empiezan a fijarse y tomar nota, muchos profesores se dan cuenta de que fulanito, o fulanita, no juega, se les había pasado inadvertido. El segundo paso es preguntar a ese grupo de niños que no participa qué le gusta: pokémon, superhéroes, patrulla canina... temáticas que nos permitan proponerles juegos. El tercer paso es pensar ese juego y ver qué necesito para integrar a todos los niños: por ejemplo, preparar una instrucciones con pictogramas o diseñar el juego para que no haya barreras. El cuarto paso es jugar y aplicar una metodología para ir integrando a todos, porque algunos tardan semanas en participar y el profesor tiene que respetar su ritmo, aunque puede usar estrategias para animarlo; al final y al cabo a todos los niños les gusta jugar. Y el quinto paso, y muy importante, es registrar y evaluar lo que va pasando, para corregir lo que falla.

-¿De qué juegos hablamos?

-Depende de la edad de los niños, pero puede ser un simple pilla-pilla en que uno lleve un cartel colgado de Mario Bros y el resto sean personajes del juego, y haya setas y escondites. A veces si hay alumnos con ceguera se usan señales auditivas para jugar. La cuestión es que todos puedan participar en igualdad.

«Hay más sentimiento de grupo y menos conflictos»

-Es de suponer que funcionan.

-De maravilla. Los alumnos que no participaban se ven incluidos y la mejora afecta a su rendimiento. Además, repercute en todos los demás, porque hay más sentimiento de grupo y menos conflictos. Hay que pensar que el momento del recreo es un tiempo donde se producen algunas situaciones complicadas y eso desaparece. Y los juegos, que son normalmente tradicionales, les gustan a todos, ¡incluso vienen los que juegan al fútbol!

-¿También se puede aplicar en secundaria?

-Sí, claro que hay que adaptar los juegos a sus intereses, y muchas veces son tipo juego de mesa. También lo hacemos en educación de adultos. En cualquier entorno puede aplicarse.

-¿Cree que la conflictividad viene a veces por el desconocimiento?

-Muchas veces es por eso. Se trata del niño que viene de otro país, o de otra comunidad, alumnos con diversidad funcional, con alguna discapacidad o aquel chico que no le gusta el fútbol... Compartir cosas con los demás mejora la cohesión del grupo. Pero eso no pasa solo en los recreos. Hemos puesto en marcha en Oviedo un programa estupendo con el aula hospitalaria: por ejemplo, una profesora de infantil se conecta parte de las clases con una tableta con el aula hospitalaria y la alumna que está ingresada participa en las asambleas y en muchas actividades; así, cuando vuelva al colegio no es una extraña para sus compañeros, se pone al día enseguida, y ellos la integran con naturalidad.