Los particulares y los no residentes compensan las menores compras de deuda del BCE, con un coste medio del 2,7 % frente al 3,16 % del 2024
15 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El buen momento por el que atraviesa la economía española —con un crecimiento esperado del 2,9 % para este año y superior al 2 % en los próximos tres ejercicios— ha permitido al Estado sortear mucho mejor que otras grandes potencias los picos de tensión que han registrado este año los mercados de deuda ante los riesgos comerciales y geopolíticos.
Aunque el poder adquisitivo de los hogares empieza a dar síntomas de debilidad con una inflación al alza, la confianza de los inversores en la economía nacional se mantiene intacta. Y eso se refleja en importantes ratios, como la elevada demanda de bonos y letras del Tesoro que ha permitido que el coste medio de la deuda nacional (lo que el Estado paga a los inversores para financiarse en el mercado) baje hasta el 2,7 %, desde el 3,16 % de hace un año.
En el 2012, en plena crisis del euro, esa referencia superaba el 5,5 %. Frente a esta relajación, los inversores sí exigen más rentabilidad a la deuda de otros países como Francia, Alemania o el Reino Unido, donde los riesgos fiscales han vuelto al primer foco del mercado, provocando una subida en los intereses de su deuda a diez años superior a la registrada por los bonos españoles al mismo plazo.
Los inversores parecen apuntar así a que estos países están más expuestos a los vaivenes que ya presionan la economía de Estados Unidos, donde los expertos de Scope Ratings advierten del «deterioro sostenido de las finanzas públicas», con unos déficits federales «persistentemente elevados y una carga neta de pago de intereses cada vez mayor». Esta dinámica ha provocado un aumento continuo de su deuda pública sobre el PIB, que Scope prevé que alcance el 140 % en el 2030.
En Europa, la francesa también supera el 115 % del PIB, mientras que en Alemania se espera un duro impacto de las emisiones millonarias para el plan de estímulo económico.
España, de momento, escapa a las tensiones, a pesar de que su elevada deuda pública también genera tensión en el mercado. Pese a ello, el Tesoro acaba de confirmar que mantendrá su emisión neta en el 2026 en 55.000 millones de euros, la misma cifra que este año. Confían en el respaldo inversor y en la reciente decisión de las agencias de rating S&P, Moody's y Fitch de subir la nota a la deuda nacional, rebajando al máximo la denominada prima de riesgo que este año ha bajado de los 50 puntos básicos por primera vez en 16 años.
Los resultados de las últimas subastas del Tesoro también reflejan ese interés que se mantiene por el país. Pese a la moderación en las rentabilidades ofrecidas, la demanda se ha mantenido fuerte tanto en letras como en deuda a más largo plazo, con peticiones que prácticamente han doblado, subasta a subasta, lo inicialmente ofertado, y una fuerte participación de los particulares. Para hacerse una idea, las familias poseen un 25 % de las letras emitidas por el Tesoro, solo superadas por el 38 % que tienen en sus manos los inversores extranjeros que, a su vez, tienen también en su poder cerca de la mitad (un 48 %)de los bonos a diez años. Los dos grupos han sido claves para compensar las menores compras de deuda por parte del BCE o de los bancos.
El blindaje para seguir financiándose a buen precio no está asegurado
«La deuda puede mantenerse bajo control cuando la economía crece más rápido que el coste de financiarla. Pero si sucede lo contrario, puede aumentar y convertirse en un problema serio para la sostenibilidad de las cuentas públicas», explica Carlos Balado, profesor de OBS Business School. Reconoce que el coste medio de la deuda está ahora 120 puntos básicos por debajo del máximo del 2023 y que el Tesoro ha seguido reduciendo el de las nuevas emisiones por las bajadas de tipos. Pero advierte de que persisten desafíos como la elevada deuda pública que limita la flexibilidad fiscal.
La AiRef también cree que se avecinan curvas. Vaticina que la deuda alcanzará el 180 % en el 2070 sin ajustes y reformas que hagan frente a retos como el envejecimiento de la población, algo difícil ante la fragmentación parlamentaria.