El fantasma de la deslocalización sobrevuela la automoción

j. m. c. MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

La fabricación de vehículos en España, noveno productor del mundo, se desplomó un 45 % en marzo

30 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El cierre de Nissan en Barcelona ha llegado en el peor momento, cuando las fábricas retoman poco a poco la actividad tras el parón de los meses de marzo y abril. Y con la soga al cuello de la incógnita de cómo se comportarán las ventas de automóviles en el mercado español, al que destinan una cuarta parte de su producción; y, sobre todo, en el resto de los países, el destino o del 75 % de lo que exportan. La fabricación de vehículos en España, noveno productor del mundo, se desplomó un 45 % en marzo. La patronal Anfac asume que en el conjunto del año se fabricarán hasta 700.000 unidades menos que en el 2019. Se harán unos dos millones, como en el 2012.

La de Nissan no será la única acción que adopte el sector en esa dirección. Porque el ritmo de trabajo no está siendo el que había antes del estado de alarma. Ni las previsiones de matriculación tampoco. «Vamos a renegociar los ERTE, adaptarlos a otros por causas organizativas porque es lógico pensar que no va a haber la demanda del 1 de marzo y la incorporación va a ser paulatina», explicaba a principios de mayo el director general de la patronal Anfac, José López-Tafall, a este diario. «Siempre que no haya pérdidas de empleo», puntualizaba.

El futuro de todo el sector pasa por las adjudicaciones de nuevos modelos eléctricos o enchufables, de los que dependerá el futuro de las plantas. El problema para España es que esas decisiones se toman lejos de las fábricas: Wolfsburgo, París, Michigan o Tokio son los epicentros donde los ejecutivos de las compañías señalan con su dedo dónde se van a fabricar los vehículos futuros. Y el miedo a la deslocalización cunde por doquier.