Operación maestra

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez SOFIA.VAZQUEZ@LAVOZ.ES

ECONOMÍA

Reganosa quiere ser una operadora mundial con su centro de decisión en Galicia. El control de la compañía sigue en manos del grupo Tojeiro y de la Xunta

21 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No hace ni tan siquiera quince días que en Galicia se diseñó una operación maestra. Una operación económica que tenía de referente el cambio de accionariado en Reganosa, una planta de regasificación que supone una puerta abierta a las materias energéticas del futuro. Ni más, ni menos. Si hubiese que resumir lo ocurrido, sería contar que Gas Natural Fenosa, con un 21 % del capital, dejó la compañía y vendió su participación a otros dos accionistas (el grupo Tojeiro y la Xunta). Sin embargo, es necesario profundizar más en lo pactado entre las partes para conocer su trascendencia. Al menos teóricamente -y parece lógico pensar que sea así-, Gas Natural se fue del accionariado al no tener ya representación en el consejo de administración y tampoco derecho a voto en la junta general desde el año 2014. ¿Por qué? La normativa europea obliga a la separación de las actividades de producción y suministro de gas de la gestión de las infraestructuras. Como Reganosa quiso convertirse en gestor, cambió sus estatutos y de ahí la nueva situación de la gasística catalana.

Del 21 % de las acciones en venta, Tojeiro compró el 14,19 %, y la Xunta adquirió el 6,81 % restante. El día que se hizo público el acuerdo, 8 de febrero, la Consellería de Industria emitió un comunicado muy revelador. La operación -decía- tiene como objetivo «blindar una industria estratéxica, con importantes investimentos a medio prazo, e chamada a converterse no hub de gas natural licuado (GNL) do norte peninsular, un mercado enerxético cun importante impacto noutros sectores, como o naval». Primera pregunta que nos podríamos hacer tras leer el documento: ¿Blindarse de qué o de quién? Segunda pregunta: ¿con qué negocios tan importantes anda entre manos Reganosa? A esta segunda cuestión la respuesta es sencilla. Por poner un ejemplo, a través de un buque de suministro la compañía quiere abastecer a plantas y buques del norte de Europa. El navío ya está diseñado, por Ghenova Ingeniería. Tiene 119 metros de eslora y una capacidad para transportar hasta 10.000 metros cúbicos de gas. Todo un reto que pasa por hacer parar a los miles de buques que pasan cada año por el corredor atlántico, darles el suministro y facilitarles que sigan su rumbo. Este es uno de los negocios. El otro llegará en cuanto se acabe de conectar la planta con los gasoductos troncales españoles y europeos.

Lo explicado muestra la trascendencia de una infraestructura que mueve materias primas de primer nivel y atrae barcos tecnológicamente avanzados a una comarca, como la de Ferrol, experta en reparación y construcción.

Del accionariado de Reganosa, algún que otro accionista, además de la Xunta y Tojeiro, podría tener interés en hacerse con la participación de Gas Natural. Uno de ellos es Sonatrach, que tiene un 10?% y está en la regasificadora desde el mismo momento de su nacimiento. El otro es el fondo First State, que dispone de un 15 % del capital. También podría entrar un accionista nuevo. Tendría que ser de confianza y dispuesto a impulsar el proyecto desde Galicia y para Galicia. Pero para comprender la trastienda de esta historia hay que tener en cuenta un porcentaje: 33 %. Quien lo posea tiene, por estatutos, poder de control por la vía del veto. Le llaman minoría de control. Ese 33 % tiene, en proporción, un valor mucho mayor que un 30 %. Teniendo estas claves, ¿se imaginan ustedes el peligro que supondría para la empresa que algún accionista alcanzase ese porcentaje y se lo vendiese a otra compañía con intereses que chocasen con los de Galicia? Es probable que con esta operación se haya desmontado un potencial envite a Reganosa y, a la larga, un peligroso jaque mate a la empresa. Como decía el comunicado de la Xunta, Reganosa se ha blindado en esta partida. Es cierto.