Si al cerebro lo dejas sin riego sanguíneo durante un tiempo lo llevas hasta la desaparición, y si sobrevive, saldrá con lesiones, algunas incurables. España se quedó sin crédito hace dos años, y al hacerlo perdió su riego sanguíneo. Al igual que no curas un derrame cerebral con doble dosis de sangre, tampoco haces revivir al sector empresarial ni alimentas el consumo familiar con inyecciones brutales de liquidez. Los balances empresariales están tocados, cargados de miles de taras que le impiden superar un mínimo examen de riesgo de crédito; y qué decir de las economías familiares, lastradas de deudas y carentes de ingresos estables. El crédito llegará a los más solventes, y lo hará en más cantidad y a menor precio, pero aquellos que estaban alejados de él, por su solvencia, hace seis meses, tendrán que esperar algo más.
Draghi lo insinuó en Italia hace unas semanas, y, no queremos escucharlo, haga lo que haga, no será suficiente. Necesita la política fiscal. Y la banca española, salvo alguna excepción honrosa como Pastor-Popular o Bankia, está diciendo que esta partida la jugará a medio gas. No desea acelerar y que en la curva le derrape el coche, o sencillamente cree que sus ruedas siguen sin poder soportar la lluvia fina de septiembre. Lo que parece claro es que tampoco el sector bancario podrá salir de la crisis en solitario. Hasta ahora ha vivido de operaciones ajenas a su negocio tradicional, y este recorrido se termina, necesita a su clientela y esta está ahí, esperando que la banca le abra la verja de hierro. Y se abrirá. Lo necesitan, a usted.
Venancio Salcines es Presidente de la Escuela de Finanzas