Un año después de intervenir CCM, la revolución que se auguraba en las cajas sigue pendiente. Solo las socialistas Cataluña, País Vasco y Andalucía tienen claros sus planes
16 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Fue un punto de inflexión. Tras la entrada del Banco de España en Caja Castilla-La Mancha, un 29 de marzo, se presuponía que nada volvería a ser lo mismo en el sector de las entidades de ahorro. La intervención de CCM aventuraba el inicio de un gran proceso de reestructuración del sector financiero español para terminar en dos o tres años con una notable reducción del número de cajas, de 45 a poco más de una docena. Y el rumor más extendido aquella incipiente primavera del 2009 era que la de la caja manchega era la primera, pero no la última intervención que se vería.
Doce meses después la situación se ha movido, sí, pero lejos está definir los movimientos como una auténtica revolución. No ha habido más intervenciones (aunque sí varios avisos). Las propuestas de alianza ya cerrada se cuentan con los dedos de una mano y las que se están explorando apenas son otra media docena. Ninguna fusión ha cristalizado todavía, salvo la entrada de Unicaja en Caja Jaén (una operación sencilla entre dos firmas de tamaño muy diferente). Y los únicos movimientos bien planificados y anticipados se han producido en los territorios afines, por su color político, al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, un economista que antes de ocupar esa plaza mantuvo puestos de responsabilidad en diferentes Gobiernos socialistas.
Esos lugares afines, bajo sello del PSOE, son Cataluña con dos fusiones aprobadas por el regulador, aunque requerirán casi 2.000 prejubilaciones; Andalucía, con otros tantos movimientos avalados en Madrid; y País Vasco, que se han quedado al margen de las operaciones de fusión porque el ánimo de su gobierno pasa por llegar a integrar sus tres firmas entre el 2011 y el 2012. No se tocan. También se ha cuidado Asturias, cuya entidad de cabecera, Cajastur, se ha quedado con la propia CCM y ha ganado tamaño tras una adjudicación directa del Banco de España. La solución, a través de un banco, no convence a los sindicatos y aún no se ha cerrado.
Según el color político
Ese doble rasero del gobernador ya lo ha denunciado el PP en diferentes ocasiones. Lo hizo cuando advirtió las pegas que ponía a entidades de comunidades conservadoras. Por ejemplo, Caja Murcia trató de hacerse con la cordobesa Cajasur y la operación fue vetada por el regulador a instancias de la Junta andaluza. También se frustró la propuesta de unión de cajas en Castilla y León, que finalmente se ha quedado en una fusión a dos con varios disgustos para Ordóñez y sin que este la impulsara especialmente. O el caso gallego, empantanado y con llamadas del gobernador a Xunta y cajas para que encuentren una solución, mientras la preocupación del supervisor es sacar de sus aprietos a Caja Madrid. Para esta, desde hace meses, busca novios con insistencia entre las comunidades, precisamente, del Partido Popular.
Y mientras sigue el ruido sin que se vean las nueces, quedan apenas tres meses y medio para dar por concluido el proceso de reestructuración con fondos públicos, los de un FROB aprobado en julio con 9.000 millones de euros, pero del que todavía no se ha gastado un solo céntimo. Una situación por la que se llevan las manos a la cabeza en Europa, donde las entidades financieras han comenzado ya a devolver esas subvenciones, mientras en España aún no se han prestado.