«La mayor tristeza fue no poder despedirme de los estudiantes»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

VILA DE CRUCES

Cedida

La semana que viene espera regresar a Míchigan tras dos años como ayudante de conversación

01 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de varios intentos, Arianna Dixon, espera poder abandonar Galicia la semana que viene regresando a su casa a Míchigan y poniendo fin a dos años de trabajo como ayudante de conversación de inglés en el IES Marco do Camballón de Vila de Cruces, que siempre será su casa. A pocos días de la despedida resalta que «fue una experiencia increíble» pero lamenta que «haya tenido que acabar así» por culpa del confinamiento y el estado de alarma. Lo que más lamenta «y más tristeza me da es no haber podido despedirme de los niños». «Con algunos profesores ya quedé estos días por Santiago, donde vivo, pero el jueves voy alquilar un coche y me voy a dar una vuelta para poder volver a Vila de Cruces» porque no se quiere ir sin hacerlo. La localidad se encuentra la primera en su lista de escapadas pendientes a la que se sumará «ir a dar un paseo a alguna playa que quede cerca».

En estos últimos meses, cuenta, «compré varios billetes y se suspendieron todos los vuelos, ahora estoy intentando recuperar el dinero de alguno y tengo billete para volar la semana que viene. Iré a Madrid en tren porque me da miedo subirme a un vuelo nacional y además están cambiando mucho e igual se produce algún cambio. Desde Madrid , si todo va bien , vuelo a Ámsterdam y de allí a Chicago».

En Míchigan, dice, «las cosas están mejor que en otros estados, pero en Estados Unidos lo del coronavirus está mucho peor que aquí ahora. Acabo de leer una información que decía que en el estado de Florida había más infectados que en toda Europa».

Allí, las medidas «no son tan estrictas como aquí. Mi madre es profesora y no volvió a clases y en los supermercados hay que entrar con mascarilla, pero todas las tiendas siguen abiertas». Ella ya miró los precios para hacerse la prueba del covid-19 al llegar. «Porque aunque estoy bien, después de recorrer tantos aeropuertos quiero estar segura». El precio, dice, «son 45 dólares».

La suya no será una despedida para siempre porque «con tantos puntos de vuelos y dinero que tengo acumulado vendré el año que viene de visita, seguro», afirma. Por aquellas casualidades de la vida, Ariadna conoció estos días a la persona que le sustituirá el curso que viene como ayudante de conversación «es la amiga de una amiga, que preguntó un día si alguien conocía algo del Marco do Camballón y mira tú por donde». A través de ella ya planea contactar con sus alumnos para poder mandarles mensajes y poder verlos y hablar telemáticamente.

Estos últimos días que le quedan en Galicia «estoy todo el día en el parque y disfrutando de un Santiago insólito, sin peregrinos ni turistas, es un lujo», afirma. Ayer quedaba con una amiga en la Alameda para un pícnic.