Interés turístico

Carlos H. Fernández Coto
Carlos H. Fernández Coto SECCIÓN ÁUREA

LALÍN

04 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Amuchos alcaldes les encanta que se declare su fiesta de interés turístico, tanto autonómico, nacional como internacional, y se pelean por conseguirlo. Los casos más recientes fueron el cocido de Lalín y el Entroido de Xinzo, entre muchos otros. Este es un galardón que atrae turistas, pero también ayudas públicas, porque se entiende que es una celebración interesante y ha de ser subvencionada. Sin embargo, desde la óptica de calidad de la fiesta, dichas inyecciones económicas y la afluencia masiva de visitantes cambian su carácter, perdiéndose la autenticidad. Lo que antes podía ser una celebración local con participación de choqueiros que se divierten, pasan a convertirlo en desfiles de carrozas, y los verdaderos protagonistas de la fiesta pasan a ser vedetes para que vean los turistas.

Cualquier fiesta tradicional guarda recuerdos inolvidables y anécdotas que forman parte de nuestro legado colectivo. Es la memoria de la fiesta. Sin embargo, la tendencia de convertirlas en desfiles las transforma en espectáculos sin memoria. Cualquier fenómeno de masas convierte el patrimonio en un espectáculo, en el que solo se beneficia la hostelería, con la pérdida de la identidad. Es como sucede con los zoos, en los que los animales dejan de vivir en libertad para ser objeto de mirada y diversión de los turistas.

Este es el motivo por el que algunos alcaldes y ciudadanos se niegan a que sus fiestas sean declaradas de interés turístico, como ocurre en Verín, porque consideran que la fiesta es para el disfrute del pueblo y no para hacer teatro para aquellos que lo visitan, sin alma.